martes, 22 de febrero de 2011

Poetas de las miserias: Amantes en cinco actos e Inmanifestaciones

A mis lectores,
siento mucha tristeza, tanta que me resulta casi imposible dedicarles estas pobres líneas a mis seguidores, a aquellos que leen de a poquito un trozo de esta Residencia del Arte. A mi parecer es inoportuno dejar de publicar Poetas de las miserias por este medio, pero por otra vía, les puedo asegurar que es para bien, ya que hay una editora sumamente interesada en editar la novela completa. La verdad, estoy apenado por tal motivo. Pero continuaré haciendo publicaciones periodicas, de eso no hay duda alguna, tengo un compromiso con mis lectores, y en hora buena esta novela surgirá en breve...

Augusto Bueno
Abrazos!!

  
Amantes en cinco actos

Primer acto
Fuimos invitados a una reunión de la diáspora por un pintor de nombre Estanislao Genao que se hacía pasar con sinónimo de Monsieur Crusoe, PHD en Historia Clásica. Allí se congregarían muchos de mis compatriotas, desde maestros hasta doctores en medicina sin obviar a los artistas. Marguerite en un principio no tenía ganas de acompañarme, pero le insistí tanto que cedió a mi petición. No niego mi actitud de niño cuando pido algo hasta rogar a gritos como quien desea un dulce y se lo niegan, pero la testarudez hace que el que se hace de rogar seda. Agarramos un tren como a las tres de la tarde. El lugar se ubicaba cerca del Boulevard du Montparnasse, en una cafetería atendida por chinos, eso creo, porque los de raza amarilla siempre les digo chinos, aunque sean sur y norcoreanos, japoneses o de Taiwán, cosas así. Son todos iguales. Marguerite y yo éramos los primeros en llegar, eso se notaba, el lugar estaba casi vacío. Nos alojamos en una mesa del fondo. Pedimos algo de tomar y entablamos una conversación en torno a la xenofobia, que luego tomó la tangente del arte. Siempre acabábamos discutiendo cosas de artistas, preocupaciones de armisticios. Cuando la conversación estaba en su plenitud de que si la poesía era o no leída con mas ímpetu al haber guerras y crisis de pensamientos, comenzaron a llegar mis paisanos, era ridículo de la forma que iban vestidos, cualquier extranjero o parisino se daba por enterado de que la mayoría venían del Caribe Hispano. Por lo menos yo y Marguerite traíamos ropas adecuadas a la época, porque si bien era un mundo caótico, salvaje, lleno de miserias y mendigos, debíamos vestir para identificar el tumulto. Nunca me ha importado mucho la edad para vestir y si mi facha de dandi o bohemio con cursilerías de rockero dan motivos de risas, también me echaría a reír. Lo que sucede es que casi todos vestían formalmente, como si se tratara de la firma de un tratado peninsular o un congreso en la Sorbona, y eso a mí me fobia, no resisto tanto formalismo. No son ni una ni tres veces que he dejado a media la charla de un artista, de exposiciones de pinturas, conferencias, de reuniones de trabajo, donde todos se enchuchan sacos y corbatas, bien peinaditos con pomadas para el pelo, zapatos que son espejos. Y luego todo me aturde. Los menos informales son los amigos y las amigas de Marguerite, pertenecen a otra generación. Con ellos me siento a gusto y me importuno al oírlos por horas, aunque sus patanerías a veces resultan interesantes. Acabaron de llegar casi todos si no fuera por la tardanza de Monsieur Crusoe, PHD en Historia Clásica, que entró último del brazo de una jovencita, casi igualmente vestida a Marguerite, y como el Doctor en Filosofía era el anfitrión de gala, no esperó sentarse y dio órdenes a unos meseros chinos o mongoles (sólo había atendiendo a los clientes una tibetanita de risas frescas) para que colocaran varias mesas en fila. El lugar que nos alcanzó a tocar para sentarnos fue al lado del huésped y la chica del brazo, porque como una garrapata no se despegaba. Luego de varias copas de vino y de carcajadas por los cuentos y las anécdotas de los paisanos, Marguerite y yo nos enteramos por boca de un pintor que la tipa que llevaba del brazo se hacía llamar Fabiana, y estaba en París haciendo su especialización en medicina. Dijo que de pediatría o ginecología, algo así, porque sonaba un merengue de fondo y no nos dejó escuchar bien de cual especialidad se trataba. Casi al final de la congregación los altavoces del local irrumpieron en bachatas y merengues de acordeón, güira y tambora, los que atosigaban. En un descuido pedí a la tibetanita que pusiera otra clase de música, como blues o jazz, algo suave para cambiar un poco el ambiente. Los compatriotas casi en su totalidad se opusieron, sino fuese por varios artistas que me apoyaron. Quise levantarme del asiento, pero Marguerite impidió que lo hiciera, susurrándome al oído en su buen francés de cabecera (porque allí todos hablábamos el español dominicano) que era mejor así, no valía la pena molestarse por unos bobalicones. En verdad quise conferenciarles a mis congéneres que ampliar la cultura era cosa de concientización. Comoquiera, el chino de la registradora quitó la música y puso bachata. Sentí un sabor agrio en la boca. Gusté del vino y de la comida chatarra que nos obligaron a comer. Marguerite

Segundo acto
Aspa y yo siempre vivimos contándonos cosas. Aquella vez de conocernos en un concierto y gracias a su estado onírico, digo, por insistencia y espera nos hablamos y esperar a un tipo así, que me supiera encaminar en el arte puro, digo, no como mis estúpidos amigos y amigas. Solo Mutombo es digno. Lo malvado de la junta paisana fue que Aspa no quiso que llevara la kodak, la hubiese fotografiado. Tomaría fotos de sus amigos, aunque dice que esos no son sus amigos ni amigas, sólo gente que conoce y que nunca había visto en su puta vida. La imagen de ella permanece, está en mí como magma. Fluye y se extiende caliente por mis venas.
Ahorraría polos magnéticos. Interpretaría a lo Charlie Parker. Encontraría la solución de mear desde una paloma de la plaza. Llevo días pensándola. Su graciosa risa de doctora, sus modales advenedizos, su manera de conversar, de miradas soslayos, antes muda por sentirse extraña en tierra de Marsellesa y Luis XIV. Así se sintieron mis abuelos al llegar por primera vez. Se lo dije en el baño, no te preocupes, todo andará bien, sólo hay que respirar el ambiente y es montar bicicleta. Pero ese silencio sin respuestas. Eso es lo mejor de su repertorio. Cuando el supuesto PHD en Historia Clásica entró con ella del brazo, inmediatamente capté una sutil extrañeza en su manera de andar. Como vestía. Quise decírselo a Aspa, pero adjudiqué no comentarlo. Siempre hay sentimientos conferencistas e interceden en celos o vaya una a saber en qué lío hermoso me metí después.
Aún estábamos en el baño. Frente a espejos cóncavos. Saqué la cajita de maquillaje. Fabiana hacía lo mismo, se empolvaba en retoques. Delineaba con lápiz azul. Yo delineaba con negro. No pinté labios, ella menos. Mientras hacíamos la operación, Fabiana iba contando entre dientes lo de su especialidad en ginecología. Entonces dije sobre fotos estupendas. Mis palabras machucaban mi lengua. Y con asombro, quedé boquiabierta, dijo en un francés límpido, que quizás me interesaría tomar fotos de mujeres en proceso ginecológico. La idea estaba genial. Eso dije, digo, experimentaría con ella la primera sesión de fotos. Nos dimos teléfonos y email. Salimos al salón y ahí estaban Aspa y el hipotético PHD en historia Clásica. Conversaban de lo difícil que es arribar a tierra extranjera sin conocer a nadie. Salvo cuando se posee un conocido y que este le dé amparo hasta que su situación se estabilice. Todo conviene a diana y sin esfuerzos mayores. El tipo que en realidad era un pintor de pacotilla, digo, alto en emplear simplicidades de costumbrismos y regionalismos en sus obras pictóricas, expresó que eso era lo que el pretendía plasmar en sus retratos. Aspa río. Yo voltee el rostro hacia cualquier lugar para que Fabiana no notara mi risa, y vi a la mesera china que venía a nosotros. A cobrar cuenta presumí, digo, Aspa no había saldado la cuenta de las bebidas que nos habíamos tomado al llegar y sentarnos en el fondo del café. Aspa me observó. Lo miré seria. Sacó sus euros y pagó. Digo, Aspa creyó que en la cuenta en conjunto de sus compatriotas estaría también lo nuestro o quizá pensó que yo pagaría. Salimos de allí aún conversando sobre pintura, sobre técnicas y otras formas del arte pictórico, eso incluía mi arte fotográfico. De tanto en tanto Fabiana me echaba unas miraditas presuntuosas, como que no dejara de llamarla o que demonios quería que hiciera entonces. Se aburría. Hice reflexión de movimientos. De pasadas conmemoraciones de amigas, conjunto de compañías negras, oraciones negras. Digo, misas negras. Aspa aún no lo sabía. Decía siempre que si un día —escuchaba rumores— se enteraba que su amante de turno viraba en bisexualidad no le afectaría. Que lesbiana o no Aspa amaba. También se lo dijo una vez a su amiga Gina, cuando el residía por entonces en su isla. En Montparnasse, el pintor y Fabiana, agarraron un taxi, digo, eso dijo el pictórico porque según se alojaban en un apartamento del sur de la ciudad. Aspa y yo seguimos caminando. Habíamos decido meternos a un bar a desentumecernos de la realidad hasta amanecer.

Tercer acto
Hacían tal vez meses. No la había vuelto a ver. Un sábado se apareció Marguerite con ella del brazo, idéntica a Estanislao, en su pose. Pensé en su aferramiento. Esto surgía a través de ciclos o la sensación de caer, vértigo o desprendimiento de rutinas ginecológicas. Se alojaron cerca de mi sillón preferido, en el sofá para las visitas. Azul lagarteaba con su elasticidad de gato por todo el apartamento detrás de una cucaracha. Fabiana sólo conversaba en francés. Eso se debía a que deseaba perfeccionar el idioma. Aunque me respondía en francés, yo le hablaba en español. Magui sólo me miraba. Objeción de personalidad. Porque cada una de mis preguntas iban directas a su estado de especialidad ginecológica. Caímos entonces en el mito de la estrechez o amplitud vulvaria, en la pequeñez o la gran cosa yerta de los hombres. No habían falos grandes ni pequeños, ni medianos ni regulares, sólo formas fálicas, decía en su buen francés aprendido de forma mecánica. Sino que estas formas fálicas eran perfecciones a las medidas. Tampoco existían vaginas amplias ni estrechas, sino vaginas bajas y resecas, falta de lubricaciones, y vaginas profundas y muy encharcadas, abundancia de lubricantes a la hora de coitar. Y que eso no incidía en orgasmos sino con la rapidez que algunos machos eyaculaban. También mujeres, por que no, concluyó. A Magui se le veía que estaba loca por interceder el la disputa, porque yo afirmaba que esas cosas eran de envergaduras y miembros viriles descomunales. Por eso la ginecología. Y cuando Magui oportunó con su discurso hizo que la conversación girase en otro tenor. Comenzó a hablar de fotografías artísticas, busco su álbum de colecciones y se lo donó a Fabiana. En eso me levanté de mi asiento para ir a preparar unos tragos. Fabiana en cada hoja que pasaba de la autocolección de fotos de Magui abría la boca de este tamaño. De un trago vació la copa de vino. Con intención la miré. De esa forma no se bebía vino. Sólo se encogió de hombros y llamó a Magui que en ese momento estaba en baño. Cuando llegó, Fabiana dijo que sus fotos eran muy buenas, el ángulo que las tomaba, el vuelo estúpido de las palomas, mis desnudos fusionados con desnudos de Magui, algunas bocas en risas, otras bocas sacando lenguas, mas bocas resecas, ensalivadas, labios de mendigos al rojo vivo, mendigos somnolientos, mendigos investigándose los pies y otras repeticiones de mendigos averiguando los zafacones, como Azul, que estaba echado cerca del librero, alto de comer latas de conservas y cucarachas. Pero cuando llegó a las fotos de los ancianos ascéticos, ahí si se le cayeron las babas a Fabiana. No aguantaba la risa y me inventé ir a comprar algunas cosas que faltaban para la comida. Porque si quedamos solas era justo que Aspa saliera a comprar para fotografiarla como había pedido. Digo, se lo iba a pedir, porque frente a la tienda hay una librería y Aspa nunca deja de entrar a ver si se topa con algo de poesía. Dura horas en tal pesquisa. Ahora teníamos toda la libertad para obrar, para lo que nos encontramos. Después de lo de la junta de paisanos, Fabiana y yo nos vimos dos días después. Nos citamos por teléfono y a la hora acordada nos encontramos cerca del Pont Saint Michel. Llevaba vestido de Verssage color almendra, con chaqueta del mismo color almendra. Cuando me vio se echó a reír, quedé sorprendida, no entendía por qué demonios lo hacía, pero luego dijo, digo, le pregunté, que reía por mi facha de rockera y había descubierto el pendiente ovular en mi lengua. Ella comenzó a relatarme su historia. Una tragedia. Estaba huérfana desde niña, permaneció recluida (así mismo lo dijo) en un orfanato de monjas hasta llegar a su independencia cuando cumplió sus años de responsabilidad. Sus padres habían desaparecido misteriosamente. La abuela se suicidó lanzándose de un puente. Sólo le quedaba un tío que había vivido aquí. Pero estaba ya en Santo Domingo. Fabiana estuvo casada, creo que por tres años, y se divorció por viceversa. Vino a París a especializarse gracias a una beca y a su tío. Fabiana hablaba hasta por los codos. Yo, por ejemplo, permanecía callada, sólo escuchando. Apenaba como lo decía, y le tomé cariño a la dominicana gracias a Aspa. En la Plaza Saint Michel caminábamos sin importancia, yo traía mi kodak y lanzaba fotos a cada metro, digo, a Fabiana. Después nos dirigimos al río, nos subimos a un bote, ella poseía la fantasía de navegar por el histórico río, a mi me daba igual, odio los barcos y la navegación, digo, andar en bote siempre me sobreviene el mareo, el vómito y al plantar mis pies en tierra firme, también existen movimientos de olas, ondulaciones de asfalto y concreto. Inscripción nebular en tránsito. No la volví a ver hasta ese día que nos vimos en el mismo café de los chinos para ir a visitar a Aspa en su apartamento. Sólo nos telefoneábamos por motivos de risas y ginecología. Sin embargo, antes de acabarnos la cuarta ronda de copas de vino tinto, el apartamento de Aspa se ensombreció, comenzó a girar y a girar, digo, tal vez Fabiana y yo nos refugiábamos en la embriaguez de flash-flash agigantándose. La seguí al baño con kodak en manos. No hubo alteración. Sólo se dejó quitar sus cosas. Dejó la puerta abierta malintencionadamente. Su kiwi estaba despapelado. Orinaba a borbotones. En esa misma posición acuclillada, pero sin llegar a sentar su lindo trasero en el inodoro, tomé fotos y fotos, digo, sólo a la porción vulvaria, sus rostrito de Caperucita Roja no interesaba. Entones Fabiana lasciva abrió más su entrepiernas y aún el chorro de orinas descendía. Y un monstruo germinaba en mí, no sé, digo, porque pasamos a la sala y ella semidesnuda posaba, se instalaba patiabierta en el sillón de Aspa, de culo para atrapar la vieja y novedosa hendidura vertical aún mojada de orinas, no dio tiempo a secársela. Enfoques de clítoris, de orificios, de pliegues abultados o labios vaginales, de contracciones y ganas de hacerlo en la mesa, en la cocina, digo, que importaba, Aspa estaría embelesado mirando libros. Cuando ya estaba aburrida de las tomas me acerqué, cogí una de sus manos muy cuidadas y se la puse en mi naranja, en mi ostra, en mi caracola que destilaba en jugos. Encharcamiento de aposento maleable, fotografía movediza, un ojo oscuro parpadeante, babas de anfibio moribundo, espumas tornasoladas. Fabiana quería y, si ella quiso, yo quise.                             

Cuarto acto
Después de la compra en la tienda, Magui lo sabe, por eso no me gusta venir hacer compra, me introduje en la librería de enfrente a ver si leía algún título interesante en las estanterías. Y como en la sección de literatura se repetían los títulos, caminé desinteresadamente por los pasillos hasta llegar a los tramos de medicina. De inmediato pensé en Fabiana. En el porte extraño de sus amaneramientos. La providencia me acompañaba, leí y releí un título sobre la rama que ella se especializaba: Douleurs Menstruelles. Guide de infection vaginale. Cuando pagaba a la cajera se me ocurrió que envolvieran el ejemplar en papel de regalo. Reflexioné que con ese agrado iniciaría una buena amistad entre ella y yo, quien sabía; y esa extrañeza en las mujeres siempre me ha atraído. Como que respira Lesbos o Safo la Fabiana. Porte igual al de Magui.
Presionaba el timbre y ningunas de las dos abría la puerta. Saqué entonces la llave de mi bolsillo y mientras corría la cerradura me vino a la mente que ellas se habían marchado por mi tardanza o quizás dormían la siesta por los efectos del vino. Azul corrió a mi encuentro, siempre lo hace cuando me ve llegar con bolsas. Rodeó mis pies runruneante y en seguida se abalanzó a la puerta de la habitación. Supe que Magui estaba allí metida, pero no veía a Fabiana. Tal vez se había marchado. Llamé y no recibí respuestas. Coloqué las bolsas en la meseta de la cocina. Agarré el ejemplar para Fabiana y lo llevé al cuarto de los libros. Ambienté el apartamento con un poco de blues de Simone. Vi la botella de tinto vacía. En el refrigerador encontré otra por suerte, la descorché y me serví el mosto. No me había apetecido ir en busca de Magui a la habitación, y sin embargo, de pronto sentí ganas de hacerlo después de vaciar dos o tres copas, de oír acompasadamente la voz de Nina, de estirar un poco los brazos por pereza. Di golpecitos a la puerta. Magui respondió entre risitas de complacencias que entrara con ojos apretados, era de rutina, siempre inventaba algo de vanguardia cuando había sorpresas, y yo le seguía el juego por amor. Porque decidimos hacernos cómplices y esperarlo así, juntitas bien, digo, abrazadas y desnudas. Fabiana aceptó sin reparos. Aspa, le dije, no se molestaría, mejor, encontraría una razón justificable para meterse con nosotras en la cama, armar un modelo de escritura y hacer poemas comestibles. Porque si ella quiso, yo quise. No había nada que perder. Y cuando Aspa abrió sus hermosas retinas color tierra, nos vio ahí, sonrientes, lo llamábamos en silencio, digo, con muda manera de kiwi despapelado y jugoso, de ojo oscuro parpadeante y húmedo, con nuestros senos al descubierto, erupción de pezones y aureolas. Aspa se cagaba de la risa y no se por qué demonios lo hacía, digo, se lo grité y dijo reírse por el despeine de Fabiana. Puso la copa de vino que traía en el tocador. Nos observaba como observa Azul a las cucarachas al momento que las va a atrapar y se metió a la cama con nosotras.

Quinto y último acto
Antes de preparar la comida de la noche Aspa se arrellanó frente a su escritorio. Dijo escribir un poema comestible. Se lo soplé a Fabiana, digo, le dije que no me equivocaba, lo conocía perfectamente, tanto que podría cerrar mis ojos y verlo sumergido en las imágenes fotográficas del acto coitar y los temblores. Tanto que era idéntico a mi puchero. Al regresar del cuarto de los libros, traía consigo algo envuelto en papel regalo, por las dimensiones de la envoltura, deduje que se trataba de un libro. No era para mí, nunca me regala libros. Sino flores amarillas y cursilerías árabes o chinas. Después de leernos la poesía comestible preparó ensalada de frutas, pastas italianas con carne molida de res, guisantes negros, salsa de queso holandés y papas fritas. Sirvió la mesa, y le dije, que algo faltaba. Chasqueó dedos y corrió en busca de la botella de vino. Fabiana no nos quitaba la vista de encima, porque Aspa y yo siempre nos sentamos muy juntos a comer dondequiera que vamos. Entonces Fabiana y él iniciaron una larga conversación de isla y añoranzas, digo, de arroz y bandera tricolor. A veces apena verlo cuando se le salen lágrimas y no hay ni un día que no mencione el famoso té de jagua que cura la envidia.
Vivimos de sospechas. Dudamos de fanfarronerías especulativas. Ya no hay puertas que detengan los monosílabos ni las babas de las algas. Tú pelas una costumbre; ella la mordisquea, la sorbe, la chupa, la desinfla. Saca jugos prenatales del ombligo del cosmos; tú llamas a quien sea para donarte espermas y óvulos. Ella con mecanismos seculares sostiene contracciones y vértigos. Comamos revueltos en la quinta ventana del culo, en el puto bagaje de las constelaciones. Cada imagen es comestible en platos servidos en los huesos. Allá, a lo lejos, en la profunda insinuación del desmembramiento, somos espárragos, ostras u ostiones de vacas, quijadas rotas, ingles sazonadas con leche de cabra y semen de ballenas. Vuelve el rostro a perderse en el agujero de este encuentro planificado a destiempo, volvemos a vernos debajo de los azules atardeceres de Santo Domingo y París, encontrando un rastro de cebollas y sal al gusto. Sentarnos al borde no nos servirá de digestiones, y sin embargo, la pasta reptil de Dante nos acomodará la lengua agria, nos hará sufrir los anclajes en las costas de Lesbos, pero Safo desde su inmortal presencia comerá con nosotros de los lagarteos, de los restos de nuestras venidas y estremecimientos. Satisfechos hemos de levantar la mesa, ver el vino amarrarse a las patas de Azul, despedirnos en nombre de la estufa y el fuego, despedirnos sin razón para continuar despidiéndonos.         
                
 Inmanifestaciones 
 1
Cuando me telefoneas me pides cosas aun no aptas a mis regiones psíquicas, puedo en ves de remitir unos emails construir grafías (conjuntos de fonemas y consonantes) para no perder la costumbre de escribir en el papel. Sabes que las modas me hastían en sobremanera, que por más que el sistema trate de taponarme con sus tecnicismos de vanguardia digital procuro no enfermar de ciberespacio, de prisas y hemorroides.
El concepto está dado en mi investigación. Así lo pediste, hice el esfuerzo necesario, pero como a veces las cosas no salen a pedir de boca, encontré algo que quizá te interese. Esto me trajo a la cabeza magníficos conciertos de jazz y blues cuando íbamos al teatro los martes, cuando cantábamos en inglés las canciones de Nina y los otros, cuando escuchábamos muy atentos aquellas interpretaciones que nos transportaban a regiones indisolubles deseando encontrarnos a solas y perdernos en nuestras mismas pasiones desquiciadas.
A través de los ritmos hay historias siempre intactas, perdurables. Historias que nunca mueren y sobreviven al olvido y el desgaste. Por eso te facilito este fragmento que extraje de alguna parte y lo traduje (he buscado en la inmensidad de mis papeles el origen del texto, pero no acabo de encontrar el menor indicio de su procedencia, ni siquiera sé en verdad de dónde me vino enviártelo ahora que pienso en…). Porque el jazz se caracteriza por su ritmo binario, la melodía improvisada y sincopada y el empleo de una batería de instrumentos de percusión.

La filosofía se ha equivocado en definir que la humunidad puede explicarse en la relatividad de los cuerpos. Si recurrimos a nuestros propios actos, a nuestro devenir y los vamos analizando poco a poco, sin prisa y sin angustia, descubriremos que los filósofos de este tiempo aun no han descubierto cómo revelar la verdadera esencia del ser humano. Si no hay nada que pueda explicar la existencia del hombre, entonces, ¿estaremos perdidos ante una situación que amerita sumo análisis porque no sabemos quienes somos en verdad? Por eso creo, al igual que otros escritores de vanguardia, que el arte de la novela es hasta ahora el método más efectivo de redescubrirnos como lo que somos en realidad. Cabe la probabilidad de hacer mención de la poesía porque en ella encontramos también los exorcismos.
Cuando el ser humano se lanza a una empresa u oficio que ama y lo realiza desinteresadamente es un valor que salva y esta vez me complazco en decirte, Gina, que tu labor en literatura merece toda la atención. Cuando decidí enviarte este comentario —como siempre, la duda me asalta por temor— pensé en nuestros amigos poetas, y tú debes hacerlo publicable ante la sociedad marginada de los artistas auténticos, porque la poesía nos abre infinitas puertas para explorar la existencia de la humanidad, cosas que nunca antes se nos había metido en los sesos y que ni siquiera conocíamos (Esto no es nuevo, pero hay que decirlo tantas veces sea necesario).
Me permito hacer réplicas, citarme a mi mismo como prólogo en los planteamientos serios de un escritor sin entender todavía el por qué la buena literatura es objeto de marginalidad editorial —no solo allá, Gina, también aquí se la ponen a uno difícil y esta dificultad me revela la belleza de la fealdad de insistir en lo que amamos—, pero sobre todo la poesía que nace, crece y vive en el interior de los seres humanos, y de aquellos que se arriesgan a escribir un verso y que se hacen llamar poetas de la verdad absoluta [en poesía aunque haya negación, esa negatividad se convierte automáticamente en una verdad de vida] y que para hacer publicación que valga la pena tienen que venderle el alma al diablo. Pero qué importancia hay en que nos excluyan de manera encarnizada o nos incluyan de forma arrabalizada, ninguna, Gina, no hay ninguna importancia. La categoría de esto radica en lo que somos y con eso basta. Creo que si no fuera por mi trabajo de traductor (la ONG ha financiado varios de mis libros) hoy solo tuviera la humilde y humillante única tirada de mi primer texto de poesía.
La escritura es una manera de ser y la poesía es su esencia porque cuando un poeta esgrime la palabra no es para limitarla sino para engrandecerla. Y esta manera de ser es algo inherente al creador, como si las necesidades fisiológicas se exhibieran por medio del acto escritural. Me alegra terriblemente, y tú y los otros de allá deberían deleitarse también, que la poesía, como género literario, es la que posee más dignidad en la actualidad [siempre será así], porque todavía la mercadotecnia no ha logrado prostituirla. Aun el estado existencial de la poesía se encuentra distante de ser explotada como una esclava, y este estado es el principio del embebecimiento, de la sorpresa, es la intrínseca manifestación de la inocencia de las cosas donde podemos vivir en plenitud.
Cuando atrevo leerme en poesía soy un conjunto de placer y si la unidad poética se centra en la añoranza de lo cotidiano es como si ya hemos perdido algo. Esa pérdida no es más que la inocencia de los primeros pobladores de nuestra tierra, y esa nostalgia nos dice que guarda una extraña relación con la tradición poética de nuestros escritores.
Cada discurso en poesía por analogía es narrable; asi vuelve a continuarse en una historia yuxtapuesta al yo poético, y por tanto, Gina, si convenimos en este planteamiento, vemos que la existencia se nos explica con naturalidad, solo hay que mirar. Sabes, aunque exista la tradición milenaria del verso por el verso o la prosa poética siempre encontraremos la narración paralela de un ser humano sin importar que los críticos sometan a categorías y movimientos o a escuelas y generaciones la poesía en su totalidad.
Ahora trato de encontrar las esferas y en los otros estamentos ronda lo onírico y el hecho de que sea de esta nomenclatura no dejo de pertenecer a una sociedad minimalista, a un mundo en decadencia y falto de oportunidades, donde la crisis del conocimiento nos aplasta las sienes por los cuatro costados.  Donde quiera podemos ver esta crisis con la bestialidad de la indiferencia, una indiferencia que nos hace ajenos a las problemáticas de la humanidad. Y me refiero a cuando yo me encierro y me construyo en escombros para facilitar el no acceso a las transiciones de los temas y la emigración, porque somos en esencia seres completamente nómadas y no sedentarios como nos han querido meter en los sesos.  Nuestras evoluciones se deben al maltrato que recibimos de nosotros mismos en cada milenio. Hoy mismo estamos pasando por ese proceso inevitable; y si vine a esta ciudad no hay duda que lo hice por el arte y por la posibilidad de mejorar como mejor ser humano.
No hay vacilaciones en que siempre tratamos de encontrar el origen de uno mismo como si recomenzáramos de nuevo y la inocencia la hemos ido perdiendo a lo largo de la historia, ya no nos queda nada de esa inocencia, Gina, sino la oscuridad que nos aterra, por lo que sentimos pánico y por eso decidimos ser otros en medio del oscurantismo, y el poder de la poesía nos ilumina y somos poseídos por la esencia y mutamos la realidad convirtiéndola en otra significación, en otra realidad ideológica,  en un mundo lleno de utopías realizables.
¿Por qué me reclamo y nos reclamamos en un poema? Hemos borrado de la memoria esos mitos que nos hacen ser quienes somos. Es lo que deberíamos rescatar de esa ausencia perniciosa y tiránica, porque con los mitos, con nuestras creencias nos identificamos como seres completamente espirituales; y quiérase o no, la poesía revela lo que es la vida.              
  
2
Bienaventuranza es la que ha sido en este trayecto de circunstancias apremiantes. La inducción me lleva a reflexionar en un poeta que recurre desde su infancia hasta estos días de desasosiego impertinente, o quizá debo rectificar que esto me lo he propuesto con propósitos malignos por asi decirlo, es decir, que mis angustias son autoimpuestas. Al poeta que me refiero era un catedrático de arte de la universidad estatal llamado Felino Dádiva, firmaba sus autógrafos con este nombre, pero solo era su sinónimo para no advertir sospechas de las élites, porque su nombre verdadero procuraba ser una ofensa para el populacho.
Lo que me alienta a seguir viendo sus poemas es nada menos porque están  estructurados en versos arcaicos, con sus rimas asonantes y consonantes, con sus métricas premeditadas y prefabricadas, sonetos que dudan de sus mismas cuantificaciones y cualidades, ya que los que me agradan y me llaman a reflexionar son los que presentan interrogantes. Y desde hace un tiempo vengo agarrando algunos versos que son la peste mórbida de mis naderías. Por ejemplo Las sombras que me asedian, ¿son mi infancia? Hay dos razones básicas en esta imagen porque en el transcurso de la vida el ser humano se vuelve irrisorio e iracundo con las experiencias oscuras que sicológicamente dan al trasto en los rastros desde la niñez hasta uno ser un adulto huraño y silencioso, puesto que entramos en pesadumbres que nos hacen ser sombríos y así todo lo vemos con el vago reflejo de la infancia.
La imagen del espejo, ¿acaso es mía? Siempre aludimos al proceso del hombre en el tiempo, este aniquilamiento no trae peros ni soluciones de una observación más auténtica a esta incertidumbre. Ya no me creo la figura reflejada de mí mismo, la que será el vegetal movido por productos fármacos existenciales, la materia viva de mi genotipo secular, un sentimentalismo de inseguridad como no me creo lo que observo en el espejo de mis dudas. Ya no habrá solución de antepasado ni mucha cosa en lo espontáneo.
Veamos lo opuesto al sentido de la palabra redescubriendo en el eco las réplicas del ser y sus antítesis: ¿Quién enhebra mi voz? La lejanía. Esa es la intensión viva del sentido metáforico; tratamos de hallar a costa de guerras milenarias lo impalpable lo invisible a nuestra vista, dándole un matiz religioso no de espiritualidad, de eso que presupuestariamente captamos con nuestra percepción individualizada, característica imperceptible del monoteísmo. Me opongo a este traspaso de tradición mal fundada y malintencionada, raíz de discordias y fundamentalismos en los pueblos. Pero bien, nos han inculcado desde el remoto nomadismo la sensibilidad de creer en algo, no importa que no miremos nada, solo creer y ya basta porque así ha de ser. Los padres y las madres de las iglesias no soportan que alguien —inevitablemente aparecerá ese alguien— venga y ponga en tela de juicio las normas establecidas. Esto es un desmadre, porque el derecho de comulgar críticas es un deber de herencia de nuestra esencia. Felino nos alerta de ese algo incorpóreo, nos pone a prueba y alude con la palabra lejanía a la entidad cristiana de Dios. Pero si damos otro salto de gato atropellado a plena vía en contrariedad estricta de la palabra, sospechamos que ese algo dicho en voz del yo poético requiere la distancia de sus pesadillas que son las ineludibles ratas de laboratorios: el tiempo y la muerte.
A ti estas discusiones siempre te han sacado de las casillas, me viene a la cabeza cuando eramos jóvenes desenfrenados, sin escrúpulos, batallábamos por horas en torno a este tema insidioso, no pensaba tocarlo por ninguna manera, pero el verso de Felino nos lleva irrevocablemente a hacerlo. Prometo que solo será por esta vez, que nunca más tocaré el tema de la creencia porque a ti no te motiva dudar de tal carbunclo; si el escritor dice que ¿Quién mis silencios urde? La distancia, no me queda de otra que darle un requerimiento metafísico al asunto. Yo preparo un lugar sexadimensional en otra dimensión para dormir la siesta de los gatos y las perras; es una propuesta de estado y de ONG lo que traduzco en el paralelismo de la muerte sin muerte, allí la inactividad de mi visión rota en un eje imaginario que se desplaza en el semen; pero hay otras latitudes de obrar en el asedio absoluto del hombre al percibir que la distancia no está muy lejana sino que ella guarda constante la privación de que nadie responderá, lo sé, a la relación de la metáfora con lo sensorial.                         
Puede que el poema trate sobre los utensilios que forman el entorno de un hogar. Los sentimientos que refleja por las cosas comunes inadvertidas me sobrevaluan la irresolución de la tristeza, sorpresa que constituye la objetividad del contexto familiar. Me aludo en el aislamiento de vivir solo sin el acompañamiento de la vida. La sustancia corpórea, un objeto poema, dejado de generación en generación y puesto en mis manos y es tan vasto que mi yo se pierde en el encuentro de su esencia en un animal fabuloso con cabeza y tetas de mujer, tan subrepticio me transcribo en una especie de mariposa calavera que soy humo hierático que sube al astro de queso y todo se escalofría, calo en los tuétanos dándome un horrible sabor a realidad. Desde siempre, el astro lleno de orgullo, me ve andar en la humanidad ausente, indiferente, acallada y continua sin importarle el transcurso de los peces en las olas plateadas. En medio de esa acuarela permuto en noche muy despacio y esta causa de lentitud nos lleva a querer averiguar lo incomprensible del silencio. La opacidad quiebra la vista del astro lechoso, agonia del milagro en los orígenes del cielo, anuncio el pretérito que se connostalgia y el astro ríe eyaculando la noche con sus guerras, sus proezas, sus desarrollos, sus vanguardias tergiversadas y se postra en lo alto, a la altura de mis manos, sin cambio, siempre el mismo mirar quimérico y entonces muta sin avanzar, presidiario por mis brujerías de artista, una tradición que se hace a fuerza de apretar los dientes. El esbirro evoca la muerte en las trincheras con su queso descuajado, luz intacta invariablemente, viendo las trayectorias de los cadáveres desde el neolítico y no varía sus solsticios que remota el atardecer que fue traspasado por los árboles, los ríos, los océanos, la tierra y los mitos.          
       
3
Hace unos momentos leí un artículo en Bagages. Lo vi muy curioso y en serio, me vino a la mente enviártelo por correo electrónico, ya que las tres cartas anteriores (manuscrita por cierto) se te han hecho difícil contestarla. Pero soy paciente, sé esperar, lo sabes, Gina, aquí todo pasa con la prisa que antes no tenía, por eso en mis ratos de libertad convengo conmigo para leer las bobadas que publican en las revistas de arte y los periódicos. Si entiendo que el asunto es de importancia recorto y pego en un álbum las críticas y las pinturas y los cuentos y las poesías. Este pasatiempo viene a ocupar un espacio que tú llenabas.
El encabezado evoca varias situaciones para ser poeta, el que lo escribió cita a Kundera, aunque se mete en un terreno escabroso y muy manido al presumir y contar anécdotas de su amarga vida, porque el tipo (que sé por intuición) se hace llamar por iniciales o letras y se ve que le dolió muchísimo hacerlo. Lo curioso es que fue al de las iniciales que le pasó la controversia aunque lo publicara en tercera persona.

«Cierta vez un poeta “El poeta” le preguntó al articulista también poeta en un programa de televisión que para qué servía la Poesía. El entrevistado le respondió al entrevistador que la Poesía servía para vivir. El del programa a la vez le manifestó que no le viniera con sus teorías ahora y que dijera lo que fue a decir en el programa; y al otro no le quedó de otra que confirmar su planteamiento de modo más extenso y firme…
»Hace poco, durante su participación en un festival internacional de poesía (¿dijo poesía?), rodeado de sus amigos también poetas, pensó en cuál de los jóvenes como ellos demostraba una fascinación por el arte de la poesía: y como por gravedad le cayó un nombre en la cabeza: Lagarto Salta Cogote, venido de un lejano mundo arenario y desiertario. Lagarto tuvo que hacer salida en una tormenta de arena a conquistar otros espacios arborícolas, otros sueños: almorzando lenguas y bebiendo savia aquí, preparando el verde, el tierra, el amarillo en óleos pantanosos y movimientos de cabeza y alzando patitas allá, dando saltos, estudiando el ambiente acá; y vino entonces en un ferri a arrebatarle la subsistencia a esta ciudad corpuscular hasta que se encuentró cara a cara con la poesía. Y es el fruto de ese encuentro vital, y la magia envolvente de Ninfa Sempiterna que le fue dando forma a la poesía que hoy tienen en sus manos: Otrora del boquear azul, su primer bostezo en el barrio después de comer cucarachas y gusanos.
          »En este contexto el poeta Lagarto presenta sus extremidades como territorio expresivo,               manejando ciertos paralelos con los símbolos de las azoteas y las fachadas de los edificios:
El cemento ahonda en mis escamas
se detiene en las pinturas mi vientre
tan cálido que tuerce y huele
un desierto de primavera, gorjear
de mis pliegues en mis retinas
duele aniquilar esta plenitud
           y no hay otra manera que mi cola
»Importantísima plaza ocupa en esta especie el tema de lo azul: siendo tan brusco y definitivo. Lagarto Salta Cogote trata de atenuar su poderoso influjo presentándolo con una inusual cotidianidad. Así lo llama: Imagen sin lengua, Color necio, Retorcimiento minimalista, Travestismo baba… Pero el reptil sabe que al otro lado existe lo arenario y el desierto, los sebos y el sur:
No existe mi rastrera fisonomía al sur
de este adúltero descanso fetal en la arena
no, no cabeceo los vitrales ni los secos lotos en azul
hoy subo desde la alcantarilla a verme
           por maldita vez amaestrado en las aceras     
         »El entrevistado debe confesar algo que le susurró Lagarto: ellos amarán la lluvia que enlutese y entierra, la que ilumina y entristece el polvo y la existencia. A pesar de quienes la aman sean tan pocos como una barbaridad de antesala, se gozarán de las masas sudorosas y exultantes. A pesar de que algunos profetas sin ojos o con ojos pretendan dirigirlos a los cofines del páramo lagarteado en abatimiento ellos retornarán del azul. Sólo miremos como Lagarto, que nos trajo su Otrora, viene a lagartear en sus rabias de reptil, testimonio en la poesía: 
Mi rabo esta colmado de serpientes
y otrora resalta y resalta en algo
diferente a mi escapatoria por la rendija
»Porque lo polifónico varia en las metáforas con un lirismo sencillo que le da ese toque, pese a la inocencia del lenguaje, ideológico o más bien un sin sentido abstruso que a la vez es metafísico. La pasión que Lagarto le tiene a las paredes es la recurrente necesidad de la textura de los árboles, y al analizar sus lagarteadas son los ancestros del jurásico que lo mantienen aferrado a sus sueños de reptil.
»El entrevistado se arriesga a dogmatizar que la poética de Lagarto esta inscrita en lo que afirma Milan Kundera cuando se refiere a la poesía en su ensayo: El arte de la novela, cuando declara que En efecto, si en lugar de buscar «el poema» oculto «en alguna parte de ahí detrás», el poeta se «compromete» a servir a una verdad conocida de antemano (que se ofrece de por sí y esta «ahí delante»), renuncia así a la misión propia de la poesía. Y poco importa que la verdad preconcebida se llame revolución o disidencia, fe cristiana o ateísmo, que sea más justa o menos justa; el poeta al servicio de otra verdad que está por descubrir (que es el deslumbramiento) es un falso poeta».           
Par  P. T.
R. de A. B., 03/02/2000

4
Cuando me topé con el trastorno en las calles de París, sólo necesité leerme en unos cuantos poemas para puntualizar el rostro áfrica de esa bella rasta enferma por el tránsito y la fotografía; y no tanto eso, sino que al juntarme con sus amigos fui observando los detalles insospechables porque no importaba que estuviéramos comentando sobre arte y sus consecuencias en los artistas. Lo hago de manera natural y esencial para poder armar los pequeños saltos de la atemporalidad.
Escucho cada palabra con sumo cuidado. Uno de los concurrentes se le zafó —porque de seguro no dijo esto en serio— decir que era un Poema Andante. El poeta que se considera de este modo es alto difícil de convenir con el propósito que su mentalidad le ha sugerido, ser en sí lo que se escribe trastorna cada elemento constitutivo del pensamiento y los actos. Desde mi intervención en el arte he escuchado que muy pocos individuos Poemas los son, en un siglo tal vez surgen uno o dos casos de vivir la poesía netamente en su vida ordinaria. Casi nadie está por jugarse el ser propio en lo que escribe en la irrealidad postmoderna. Vivirse en poesía es vivir lo que escribe un poeta. El Poema Andante continuó con sus bagatelas, monotonías que trastornaron mi posición de asiento desprivilegiado en última fila de anfitrión. Aún soy un completo extraño ante estos artistas. De tanto en tanto Marguerite me observaba con sus grandes ojos de sombras, quizá imaginaba el sufrimiento obligatorio por el que estaba atravesando. Pero la rasta en sus mejores alternativas se reía colocando una de las manos en su barbilla. Esto a mí me ensoñaba despierto y no admití los disparates que articuló el Poema Andante, porque cómo se le ocurre argumentar que la nueva forma de concebir la poesía es sustantivar sus andanzas. Tú te imaginas Gina, dar nombre propio a objetos inanimados, a seres adjetivos, sustantivar verbos, sustantivar gerundios, sustantivar adverbios, etc., etc., u otros aparatos que designen principios o esencias. Pues lo dijo sin el menor pesar de los convidados. Nadie puso oposición a los términos ni a los brebajes, cada quien estaba inmerso en sus oportunas desgracias bebiendo vino y vodka, sin darle la más mínima importancia al hecho discursivo del Poema Andante. Creo que el poema debe decir lo que tiene que decir. Una poesía sincera es cosa ardua y compleja, es un todo en su cosmos (aunque paralelamente haya una historia fundada en el yo poético). El tipo continuaba divagando porque según su método de hacer con las palabras un poema era rebuscar los sustantivos perfeccionando el ser por medio de la sustantivación, sin perder la coherencia de la idea y el ritmo alejandrino de la musicalidad interna del verso, para darle fluidez y tenacidad al Poema Andante.
Otro individuo, que por su  fisonomía pude comprender que era un árabechino, el acento francoparlante se resumía en sus nariz respingada, sus pómulos salientes y la ridícula inclinación de sus pobladas cejas. Paró en seco al Poema Andante y la discusión entonces tomó otro sentido aberrante porque ni yo ni nadie intervino. Marguerite sólo se dedicaba a envolver (ya estaban enredados) las puntas de sus rizos, y en disimulo se levantó del sillón para ir a modular el volumen en el minicomponente de los jazz y los blues que de vez en cuando pretendían opacar las voces de los conferencistas. Cada formulación rebuscaba. El tipo era un Poema Rebuscamiento. Si rebuscar la palabra, decía, en cuanto modificación de un poema es autocorrección del mismo. Puede ser sacrilegio para algunos y para otros la dicha de prolongar el encuentro con la mutación. Esto último lo dijo entre ofensivas carcajadas. Al transferirme de un estado a otro en el despierto dormir el vino hacía de la suya, aturdía mis pensamientos y los absurdos que alguno de los amigos de Marguerite cantaba con las instrumentaciones de la música de fondo me ofendían. Aquellas conversaciones de las reuniones en apartamentos, plazas y estaciones de trenes parecían ser planificadas por un aparente sortilegio de escaramuzas y teatros. Es decir, que cuando llegué a París, anduve buscando gente que hiciese literatura y no tardé en encontrar este grupo de antimotines y antipoéticos. Varios de los compañeros de trabajo en la ONG me dieron por referimiento que los artistas se congregaban en cafés y bares en la periferia del Barrio Latino, cosa que no duré en hallar. Por suerte, como ya sabes, lo de Marguerite fue otra cosa descabellada. El Poema Rebuscamiento trabaja en una biblioteca de universidad, habla lo ágil posible como queriendo —así parece ser— no dar a entender lo que dice con ese acento de francoparlante frenético. Es el más allegado a Marguerite, no le pierde el rastro por nada y es el adulador de las fotos avícolas y a las posturas ridículas de los transeúntes que descansan en cualquier lugar de esta ciudad. Rebuscar, argumentaba, el Poema son ciertos giros de modernidad y los antiguos poetas hacían eso, y por qué no realizarlo. El Poema Rebuscamiento también es un gran mercader, vende todo lo que le llega a las manos. El otro día, eso me lo contó Marguerite, traía un ejemplar de un aparato mágico que le había regalado Jodorowsky, el cual consistía en ver la realidad en una representación unidimensional, un plano de la realidad que en fin era todo achatado, y porque se le había acabado los cigarrillos se lo vendió a un mendigo por unos euros y media botella de aguardiente diciéndole que el aparato podía realizar cualquier deseo que se le pidiera. El Poema Rebuscamiento cantaba no sé si a la tierra con imágenes antiambiguas y un tanto antipoema, si lo hubieras visto Gina, alzaba sus manos con gestos idénticos a los de Nicanor Parra. Y esas construcciones escudriñadas apasionaban a los monigotes que allí se encontraban hipotéticamente oyéndolo, pero que ni le ponían caso porque entre ellos y ellas en susurros se dedicaban a otros asuntos, y con esa levedad de fuerza penetrante el Poema Rebuscamiento dijo su tesis y todos nos pusimos alerta, debíamos salvar a costa de algo la degradación de un mundo perseguido por el eje imaginario en el espacio. La inescrupulosa sobriedad de sus discernimientos, según su afán, pretende enriquecer los recursos multilaterales de nuestro pobre mundo en decadencia. El Poema Andante contradijo la tesis, al levantarse con brusquedad y con voz de circo silenció al otro cuando afirmó que ese eje imaginario era por las traslaciones y las rotaciones dado el plan de las inclinaciones. Pues la órbita habita en cada uno de nosotros y la relatividad se infundía en un asunto rastrero. Hice seña a Marguerite que quería salir de aquella sala incongruente y espaciarme en un ambiente menos enrarecido, pero la muy rasta río y vino a prepararme un trago de vodka. Me lo extendió por encima de la cabeza del Poema Andante que se hallaba próximo a mí. Luego pasó por detrás de otros artistas que se balaceaban al ritmo de los jazz y los blues y se detuvo detrás de mí como una sombra blanca para acariciarme el pelo (eso siempre me ha fascinado), quizá queriéndome decir no te preocupes, lleva el tono y deja correr, o no comprendió la señal. Ya no era un trastorno. El conversatorio se intensificaba e induje aquella ocasión que un enloquecimiento permisible me arrastraría a la pesadez y a la maldita insomnidad. Pues todavía discutían de nombres y rebuscamientos y dado el caso —eso se llegaba venir— iniciaron temas puramente metafísicos. Prorrumpieron a armarse de la criticidad en un sentido invertido. Uno clamaba por el despojo de los males y el otro auguraba en los temores del ser humano. Era claro que el debate se acaloraba ya que mis retinas se apagaban intermitentes (no llegué a saber cual de los dos mantenía una o tal postura). La filosofía de la ausencia de contrarios podía ser el vacío para retener allí sin alarmar a los otros por nada. Obraba esto en mí de manera arbitraria, no llegaba a comprender las voces de Poema Andante ni de Poema Rebuscamiento, ya que poco a poco las voces se fueron convirtiendo en murmullos, cuchicheos de insectos, en soplos o respiraciones de anfibios. Pero esa misma mañana, porque el problema se prolongaría hasta el amanecer, pregunté a Marguerite qué había pasado con los locos de sus amigos por quedarme dormido en el asiento, contestó que los tipos siguieron con la complicidad de la poesía que los llevaba a serias discusiones para alcanzar mejor un acuerdo entre ambos y ser entes de ideas avanzadas. Coincidieron en que la perfección del universo radicaba en su imperfección; pero sus diferencias estribaban en la ausencia de las cosas, y aunque Sartre escribiera su sistema existencial en El Ser y La Nada, no quería decir que no existieran contrarios, sino el ser humano frente al vacío de la existencia. Para Poema Rebuscamiento no existe la oscuridad, sólo luz; no hay odio ni rencor, sólo amor, el bien en sí, es su rumbo nortesuresteoeste, su paradigma; a lo que se opone tajantemente Poema Andante. Para este tipo existe la necesidad de los contarios para regular el equilibrio de las cosas.
Éramos contrarios por esencia, por ejemplo cuando hacíamos nuestros planteamientos sobre el arte de la fotografía y la poesía, tal vez así habíamos encontrados nuevas verdades, yo las mías y ella las suyas y ya esto de por sí es una contradicción. Con las contradicciones hallamos esas verdes verdades que nos hacen más humanos. Porque si todos los seres humanos estamos de acuerdo en todo, oh mundo perverso, entonces ahí si tendremos que revisarnos a fondo, si toda la población de la tierra estuviera a una ya no existiríamos. Esto me lo dijo Marguerite plenamente convencida cuando ya estábamos acomodados en un asiento muy abrazaditos en el tren de las ocho. Era domingo.                                                  
5
Unos de los compatriotas de Marguerite, llamado Mutombo nos invitó a una obra de teatro mudo, mimos sin rostros o personas que se contorsionan por poquísima afición de trance o el alto nombrado performance.
Según lo que nos contó Mutombo antes de su acto, el trance personaje consiste en un niño profeta convertido en serpiente y voces soplos como palabras amordazadas. Una chica de talante descuidado regó pedazos de páginas en blanco sobre el escenario. Me preguntaba para qué diablos eran aquellos trozos de hojas y qué representaba la chica. Desde el telón surgió el niño profeta, asustado, observando a todas partes, como para que no lo vieran, escurridizo, arrinconándose a cada salto que realizaba y se lanzó al piso bocarriba, moviendo sus brazos y sus piernas a manera de ir en viaje de bicicleta. De pronto se colocó bocabajo y tal cual una serpiente negra [o un lagarto negro] comenzó a reptar en ondulaciones maleables, en contorsionismo mórbido. El proyector de la luz le daba un aire a su reptar de fenómeno ilógico, o sea, de una humana serpiente o un dragón avanzando hacia lo indecible. Entonces de un salto se incorporó e inició a hacer gestos estrambóticos, gestos de cuclillas, gestos un tanto de pie y su sombra como algo independiente de su cuerpo continuaba ondulándose tal cual una babosa despedida de su cuerpo en otras acciones ridículas. Se agarraba el rostro con sus manos y de allí con ímpetu lanzaba cosas intangibles al público, una y otra vez hasta que la cara mutó en la expresión desesperada de un muñeco de ventrílocuo, con muecas y sus ojazos fuera de sus órbitas. Algo le salía de la boca en forma de pico de ave, sacaba la lengua roja, se la estiraba; se abría la boca hasta el límite con sus manos, y otra vez repetía los gestos de cuclillas y de pie. A gatas encontró parte de las rotas hojas en blanco y uno lo veía comerse los trozos, tragar el papel, simular beber agua en un recipiente que se había inventado de improviso, y así a gatas escribía con la lengua poesía de babas y salivas en algunos de los trozos de hojas en blanco. Hizo este acto varias veces seguidas y después de imaginario lanzaba a los espectadores los versos que escribió con su legua roja y larga. En una, subrepticiamente, nadie lo advirtió, eso pareció, porque todos nos quedamos con las bocas abiertas, el niño profeta dejó de ser niño profeta para convertirse en mordaza humana, en tortura autocensurada por sus propias manos que golpeaban su boca interesantemente apretada como condenando lo que antes escribió con su lengua larga y roja en los trozos de hojas en blanco: malapalabras de babas, buenapalabras de salivas, versos que quizás estarían prohibidos a nosotros (el público) o cosas que no podían decirse en escenario, pero que las decía a su manera de decir. Esos versos de salivas y babas no lograban ser escuchados, porque se cubría sus orejas, sacudiendo la cabeza de lagarto serpiente. La sombra proyectada por su fisonomía ya no ondulaba, sino que inerte simbolizaba tal vez el estancamiento de la poesía, la parálisis, la inmovilidad del devenir de sus actos. Ese trasfondo resumía el performance. Nuevamente se derrumbó en el piso fusionándose con la sombra y reptó de inversa hacia el telón, desapareciendo del escenario.    

6
En una revista de arte (no me acuerdo del nombre, no se si se titulaba Guide de Image et Figure Stanley), en 1983 (la fecha si me llega, fue el año en que naciste) se publicó un artículo sobre unos libros rarísimos, y como siempre, aquí te lo envío. Me aterra mucho porque no sé si recibes los emails que te pongo. Comprendo. Soy muy descuidado. Irrelevante. Pero esta fascinación enluta mis sesos. Si contestaras a ellos la satisfacción humedecería mis riñones. Están secos. Y no es que vaya a estar mal. No. Aún respiro, Gina, con mis problemas de siempre. Ayer fui al teatro con Marguerite y vimos unos actos de performance. Sé que adoras eso, pero casi aburren mis pupilas. Después te cuento de esa rutinaria clandestina porque todavía no entro en materia con el asunto de la Guía de Imagen y Figura Stanley. Di con la cuestión un día que estaba tedioso en la oficina, me puse a husmear en los archivos y lo encontré. Lo traducí de inmediato al español. Aquello me pareció tan irrisorio. Tuve que meterme al baño a vomitar, pero allí se encontraban otros, traductores, conserjes, el director, un secretario, y otras personas de menos envergaduras como si ahí se reunieran la crema de la ONG para hablar de nimiedades. Esa gente y el pudor no dejaron que se me vaciara el estómago. Son tres faces, algo así, tripartitas, divididas por asteriscos (le adjunto otros signos para la diferenciación), pero que hablan del mismo artista de farándula, —nunca he escuchado su nombre ni tampoco recuerdo— con esa actitud tumbapolvo que a veces vivimos allá o que ustedes viven aún por el aprovechamiento de funciones y estamentos. Apena comprender esa percepción que traje aquí y la que todavía pervive en mí pese a los años. Espero que disfrutes. Magui te saluda. Lo dijo hace un rato cuando me trajo café.
Alfa
El artista esta mucoseando la ruindad del infinito, en chatas y rugosas arqueologías. En forma placentera tantea los cuernos del diablo, los modifica y los higieniza en acuosas ideas al decaimiento de la poesía y consciente somete su texto a la certeza de la belleza y al reconocimiento de las normas. En Excepción del expectante nos corresponde escuchar gateamientos y aperreamientos, estalactitas descendiendo de un cosmos caos. Un ente masturbado en la masturbación de su propia esencia, hormigones lenguas y sorbos inhumanos lamiendo yacer, el infierno en su más retorcida ambigüedad. Maleabilidad de los sentidos, estridentes, reiterativos, metaficción de un lenguaje irreconocible. El artista adquiere lo extrasensorial con sus figuras o criaturas, y esas criaturas es el transitable diseño de gusanos poetas a sangre, a tacto, y cuyos venerables síndromes sobreviven a la versificación del verso por el verso, a golpes de púas y martillos y clavos, dichos en iconografías grumosas, en magmas y en verdes salivas.
Beta
¡Qué buena son las huevas!, salvo de algunas que conozco. Para uno el arte es siempre arte por lambonismo o clientelismo. Es pura farsa. Deberíamos continuarnos y decir si los huevos son hueros o si están mal encubados, en fin, si están mal cocinados o crudos. Desde hace tiempo no comía un menú tan huevo. Fuera de contexto. El revoltijo son imaginerías que suelen cobrar vida al masticar y tragar. Por lo menos en mí. Y esto anima a mi gusto cuando se promedia con el lector huevo. Sin embargo, encuentro un tanto efectista las huevadas sobre el aceite de oliva y la manteca [en hipótesis salud dietética], no interesa por ahora cómo se elabora la huevada, sino qué suele ocurrir cuando va huevando embriones y en un momento la elasticidad se cae y ya no hay sabor a huevos sino a lagartos o salamandras, como si fuera un aborrecimiento pendejo por una sexista. La fatalidad es que hay notificación, por lo más a mí me da esta impresión. Al desayunador le atañe comer huevos ante un espejo. Desde afuera es fácil ver lo que está huevo y tanto si se trata de otro distinto a él mismo. Sin embargo, me sorprende que esta especie de salamandra apoye su lagarteo sobre los concretos, que es más llamativo significativamente que los postes del tendido eléctrico y las cloacas y los espacios húmedos. La manera de reptar es como si estuviese anidando, algo inusual, ya que quiebra con el bestiario de muchos. Especialmente con la tradición ofusca de los amaneramientos del goteo por gravedad. Omniscio poder de la noche no tácita. Sus trastornos copulan con ebriedad en el embalse de la automatización, lagarteando por lo huevero, y creemos que existe una preñez relativa a lo somático y a la música de enredar colas con un romanticismo fijo en meter y sacar de colas; pero no colear puro, sino un coleo afijo en el nombrado coleo deshigienizado, resuelto, que no deja de ser cínico y perverso, bello y santo, y por acopio litúrgico. La palabra “Huevo” esgrime tregua de escalones en algunas huevadas, como si después de ir cuesta arriba dentro de una yema automática —no abierta, pero si de ponche— le sirviera para el reencuentro y luego continuar huevos. Porque narra un arte citadino, previsible, huevar boquiabierto, por llegar adelante en rupturas que en todo nido es digno de mención. La salamandra más que contar hueva. Ya esto de por sí se ubica en lo que se está huevando a nivel de concretos. En ordinarios números equiláteros o de circunferencias, más en sus coleos, me complace ver una meritoria representante de las grietas al desovar sus huevos en los concretos.
Gamma
Mefisto para dulces eneas es una liturgia de necesidad de hoy. El poeta, astronomía de nuestro ecuador, se nos revela en rebeldía, un astronauta en el sondeo de atrapar al expectante desde la sílaba y sus derivados hasta el siempre delirio de la cláusula. La atrocidad inmanente de Corinto relumbra en Turquía y la Palestina, acá como la resultante de un metódico artificio de poeta. Es axiomático que estos seres predestinados por los orífices de las mamadas han de dominar la sustantivación de la poesía en consonancia con la costumbre de los pueblos africados y ápico dental labial y palatal. La Composición Yámbica de su poesía-prosa se mueve de extremo a extremo, sorprende en Lunatar con un tema follonista, exageradamente caracterizado por semen y culo, óvulos y vulva; ya en Lamemanía, Polvolandia, Cantimploras, Fiesta de la Carne y Lameculos hace solemnidad de su masa artística, dándonos la grasa neta de la obesidad. El lagar-to es una poesía en prosa caótica y ese caos hace de ella la belleza barroca del aturdimiento, modernidad instaurada en el rapapolvo que no da lugar a desperdicios si se toma como modelo antes de ir a la cama con una alemana. Las descripciones, las imágenes danzan y se estacionan en una posición horizontal y vertical en cuanto a arte se refiere, y es que, más que una superstición freudiana, es un análisis de las estructuras cognitivas de las fábulas cretenses, griegas y grecorromanas, que se precisan en el acto inherente a la humanidad. Coitar bucólicamente es irnos de manera obligatoria a la natalidad del poeta, no hay dudas, cuanto más largo es el aparato del hombre, menos dolor sentirá la alemana, y mayor es el ombligo que lo ata a los culos y a los coños cachondos. Dejaré las relaciones de ritmos de sábanas, cohesión de dedos y coherencias de lenguas y babas al inquebrantable juicio de las mamadas al eyacular el consentimiento en calidad de amante del género.   
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jueves, 10 de febrero de 2011

Poetas de las miserias (Entrada #16)

 Tecnicismos  

1
La elección de Aparicio entre los muchos aficionados a las traducciones de textos llegó por suerte y por su disposición de poeta. Los que participaron en el concurso eran de distintos países y los textos que tradujo le parecieron cómicos al evaluador, era un voto de confianza, la empresa necesitaba un artista nato de urgencia y Aparicio poseía las cualidades. La ONG ofrecía buena paga, estadía en la nación anfitriona, remuneraciones de trabajos, viajes a países que nunca pensó visitar con esa facilidad que se le presentaba a la vuelta de la esquina. Gina siempre soñaba con París y Aparicio le contaría algunas de las historias vividas allí.
Cuando llegó frente a las oficinas de su nuevo trabajo lo primero que significativamente hizo fue dudar de los transeúntes que lo franqueaban en la calle. Aquella contemplación del edificio lo perturbaba, así se acordaría de los amigos del Caribe. Repasó lo que horas antes había planificado en el trayecto: Saludar a la tipa de las informaciones con su acento hispanoparlante. Seguro lo guiaría a una fila de asientos para esperar que una o un representante lo atendiera. Saludos de cortesías, monotonía, repasar la lógica formal de los avestruces. Sacó su libreta de apuntes para anotar el verbo y el sustantivo para su nuevo repertorio. Iría aprendiendo en el camino. Releyó los gestos del director que le hablaba en francoespañol, podría decirse que era el método de la ONG para los nuevos que venían de esta lengua. Aparicio se encargaría de traducir textos del francés al español, del alemán al español, del italiano al español, del inglés al español y viceversa, entre otros idiomas menos concurridos en los documentos legales de la ONG. El tipo con aire de superioridad le entregó una llave y una hoja con la dirección de su nuevo hogar.
Salió al pasillo con ganas de vomitar y fumar a la vez, necesitaba refrescarse de la retahíla que el caradura del director le dijo en menos que canta un gallo. Reflexionaba sobre las frases hechas del hombre y como la mente humana es muy cambiante pensaba en la exposición conferencia que daría a la mañana siguiente. Antes de dirigirse al aeropuerto se levantó a las cinco a leer poesía de Vicente Aleixandre. Se metió al baño y efectuó el rito de todas las mañanas. La partida estaba pautada a las diez. Organizó sus útiles de trabajo de traductor, los introdujo en un maletín junto con sus libros de preferencias. Ya sus ropas esperaban guardadas en la maleta. 
Bebió café gracias a una cafetera que estaba cerca de la entrada de la oficina de resección. Observó hacia un lado y leyó: Salón para fumadores. Se dirigió con el vaso desechable al cubículo. Mientras fumaba le vino a la cabeza la maleta. La había dejado en el taxi. Se llevó un gran susto, no pasaba nada según la tipa de las informaciones, llamaría a la compañía de taxis para que se la devolvieran después, la llevaría un taxista a su nuevo apartamento. Su oficio formalmente comenzaría al otro día de nueve a cinco de la tarde.
No veía el momento en que saliera de aquel ambiente minimalista y monótono. No quiso que la de las informaciones llamara un taxi, caminaría para acostumbrarse a su nuevo estilo de vida. Anduvo casi toda la calle, la noche caía con sus luces artificiales encendiéndose por dondequiera hasta llegar cerca de una iglesia que luego se enteraría que era la Catedral Saint Germain des Près. Agarró un taxi y se dirigió al apartamento de la Rue Voyageur Ruoge en el segundo piso de un viejo edifico barroco.

2
Dio la conferencia de bienvenida en tres idiomas, eso tardó unas horas. Dijo su nombre y lo que era, un traductor artista del Caribe, de Santo Domingo. Lo pusieron a redactar un texto del español al francés y del francés al alemán: El juego de la Fruta. Destinado a la franquicia de la ONG en África para unos huérfanos de guerra.
Formemos un círculo a distancia de un palmo. Cada persona elegirá una fruta, tal como banana (guineo o plátano), pera, naranja, uva, mango, manzana, fresa, sandia, ananás, kiwi, melón, etc., y entonces diremos yo muerdo sabrosamente mi banana, usted muerde con gusto su fresa, vosotros mordéis vuestras naranjas, ellos muerden sus mangos, el muerde con ricura su kiwi, ella morderá exquisitamente su manzana, tu muerdes con deleite tu uva y mordemos delicadamente nuestras frutas, porque allí se encuentran las vitaminas que necesitamos para continuar viviendo. Cada cierto tiempo, dos veces al día, hacer este juego para que los niños y las niñas aprendan el valor nutricional de las (sus) frutas, la repetición hace que la memoria de los desnutridos se aferren a ese valor irrefutable que poseen los alimentos. Hay que comer frutas dos veces al día, así nuestro cuerpo se hidrata con regularidad.       

Para la feminidad y las madres
Las madres tienen mucha importancia. Es igual a un desmadre de lo que se hace al llegar el parto. Las parturientas gritan, se quejan de un dolor de hijos e hijas. Son las guías del hogar y en estos tiempos las madres se liberan, buscan descubrir ideas para ser iguales ante la sociedad de los machos-machos. Pues sin madres nadie estaría contándolo hoy. En el neolítico las madres comandaban; existía una especie de matriarcado y el hombre era el hazme reír de la comunidad, salía y permanecía meses, que no existían en esa época, y las madres se encargaban de todo. Hoy en día esas madres han sido objeto de humillaciones pero ya se han cansado y tratan de gobernar el mundo a fuerza de protestas en las calles de París, Viena, Estocolmo, New York, Hong Kong, Praga, Londres y otras ciudades que se suman. El caos que han armado los hombres en las políticas y las administraciones de Estados es rotundamente apabullante, no poseen corduras y ha como de lugar quieren quedarse con el poder, pero las madres que se han ido convirtiendo al travestismo, dígase del origen de Lesbos, repugnan ya la copulación. Dicen que en las tiendas farmacéuticas encuentran las inseminaciones a buen precio y no es necesario acostarse con un verdugo de mierda. Pues hay que aprender a descifrar metamensajes cuando se dicen cosas concretas, no hay que perder el tiempo. Aprender a cambiar es sacar la basura y no esconderla porque si llevan esos conocimientos a la práctica el amor a las madres es lo más increíble de todas las cosas. Se aprende con ejemplos. Por eso apoyamos al movimiento feminista.
 Entregó la redacción. Se acomodó en un asiento para pensar en la responsabilidad, en ser más coherente con las planificaciones de sus obras de arte, escribir mejor las cosas y ser más preciso cuando hablara ante un público desentendido de la realidad. Agarró un lápiz, no le gustaba escribir directamente en el ordenador, murmuraba que no debía perder el tiempo en decir lo que no es. ¿Por qué las palabras construyen y destruyen el mundo? ¿Qué debería hacer para mejorar su estado síquico? Cada interrogante iba directo a su quehacer. Cuando saliera de la oficina se dirigiría a un bar a desentumecerse de aquella penetración para enfrentar sus limitaciones y sus alcances. Esa vez logró aclarar las recomendaciones de lugar cuando traducía palabra a palabra los mensajes que iban a hacer enviados por fax a las distintas filiaciones de la ONG. Pero las comunicaciones se distorsionan por una coma o la colocación de un verbo o un adjetivo, de los puntos y que decir de los rumores. Cada distorsión que se hace en cierta medida beneficia a unos cuantos, pero perjudican a otros. Aparicio implementaría su planificación a corto plazo para disminuir la distorsiones al traducir un texto o cuando escuchaba a sus compañeros de trabajo que le hablaban en mezclas de idiomas para entorpecerle sus miramientos de arte, debía mantener la atención cuando el director del departamento gesticulaba y el releía sus gestos porque deseaba descifrar las partículas, ese poder particular en los temas tratados. Anotaba las palabras con significación para profundizar en los contenidos ya que las estrategias recomendadas por el director del departamento lo desubicaban. La primera exposición en un principio fue interrumpida por los monigotes de Eritrea cuando estos hacían interferencias con sonidos guturales. Esto a Aparicio le pareció fenomenal porque un líder se hace y por lo tanto debe forjarse con ideas de avances con el arte, con lo único verdadero que le interesaba en la vida. Dar ideas forman líderes, pensaba aun acomodado en su asiento en una postura ridícula porque después de haber traducido lo que tradujo no tenía que hacer, sino esperar la tarde para irse a tirar uno tragos a algún bar. Sacó uno de los libros del maletín y comenzó a leer una novela. Al leer a grades escritores así adquiría conceptos para después formular juicios con capacidad de mutar en raciocinios, en teorías que llevada a la practicidad encontraría soluciones de problemas; pero esos conceptos lo sumergirían en otros problemas más existenciales para con el arte porque el hipertexto era lo que se escribía grande al lado de otras grafías enanas y que la risa alivia el alma. En la conferencia de inicio para dar su presentación Aparicio tartamudeo como nunca antes, sentía que detrás de su nuca yacía un lagarto comiéndole la lengua y esas palabras imprecisas al hablar dotaron al público presente de risitas por debajo de los asientos. Nadie le hizo preguntas preestablecidas. Pero luego llegó el director para avisarle que en la hora del almuerzo tendría que prescribir la dieta que estaba acostumbrado a ingerir en su país. Preguntas del subconsciente al instante de subrayar cada alimento a tratar por los cocineros. ¿Qué tramaba el director con tal propuesta alimenticia? ¿Qué buscaba mostrarle con esa diarrea de varios minutos? ¿Qué motivos movían al director al comunicarle que eso era una manera original de plantearse el estomago?
Lo primero que me lavo por la mañana es la pera para mordisquearla con sabrosura.
Sonrió con libertad. En adelante Aparicio se erronearía en el desretorno de los hechos ante su llegada a la oficina. Porque somos el resultado de cosas feas y estas cosas feas pueden convertirse en cosas hermosas. Se estaba preparando para salir a la calle, ordenaba su escritorio, y vino el director y otros dos tipos para invitarlo a un café cerca de allí. No podía dormirse por las insinuaciones. Cuando se llega nuevo a un lugar todas las vistas se te pegan en el trasero, no descansan, siguen tus movimientos por pasillos, por ventanas y puertas, miran tus labios y leen en ellos cualquier vaina. Se sentía extraño por la manera amanerada que el director y los tipos lo abordaron con respecto a la traducción de algunos escritos leídos. Fue directo con sus propósitos, el juego de la fruta se siente como debe sentirse. A la salida la tipa de las informaciones dijo que lo primero que ella se lavaba por la mañana era su vulva y debajo de sus senos y axilas, el aseo era fundamentar. Aparicio se ruborizó por el atrevimiento, aquí no había pelos en la lengua para decir las cosas con son. Es bueno son-reír.

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Para las franquicias afiliadas en Europa Oriental/Recomendaciones para asumir
           Cada miembro o miembra relacionados (as) de forma directa o indirecta tendrán que hacer sus tareas por reflexión y no por repetición. Hay que tener las cosas a tiempo. Si no hay capacidad de liderazgo no habrá progreso. Son los puntos a seguir en adelante porque las ideas entran por el lado derecho. Posándose en el izquierdo se vuelven frenos convirtiéndose en asuntos amorales que nos amarran y no nos permiten avanzar por el temor. Hay que despojarnos de esto, y establecer un ideal que nos empuje a alcanzar las metas propuestas por los directivos. Cada representante debe escribir en piedra y no en arena. Puesto que la palabra negociar es la clave para la vida en estos tiempos. Se negocia con la guerra, “a lo que nos oponemos”, se negocia con la gente, y el comercio de consumo es vital para nosotros porque si no fuera por esto estaríamos perdidos, somos una institución que vive a costa de las donaciones de las grandes empresas multiinternacionales. Hay que descubrir las cosas buenas en las malas: si existen desplazados en Afganistán, muertos y huérfanos, nosotros entonces —debemos de enfocarnos hacia esa guerra— obtendremos beneficios incalculables de los donativos. Nunca digan yo no sé, sino como se aprende eso. Nuestra institución es y debe seguir siendo portadora de amor y no del odio. Es ineludible, la muerte se encuentra a la misma distancia de todos. Apunten las acciones operativas, no dejen de lado las observaciones que mañana nos sirven porque conservar objetos es uno de los valores que perduran por siempre. Saber tomar apuntes es saber llevar un acta de las ideas básicas. Hay que estar atentos a las noticias de las agencias de comunicaciones internacionales, así aprovecharemos al máximo nuestros enlaces sin inmiscuirnos directamente con otras asociaciones que buscan fortalecerse de manera participativa, siempre actuaremos bajo perfil.
 Entró al bar sin mirar a su alrededor. Ordenó un cubalibre y se lo tiró de un trago. Deseaba echar a las plantas de los pies las traducciones del día. La necedad del director lo llevaba a perderse en la opacidad de las luces del establecimiento. Nadie era tan frío al ordenar cosas así, enviarlas a unas personas que quizás no tenían ni idea de lo que se tramaba. En uno de los tramos del bar vio una botella de ron importada de su añorada tierra. Le dijo al mozo que le sirviera de esa botella. Pasó sus manos por su pelo, síntoma de embriaguez presupuestaria. No le restó importancia el grupo de jóvenes que había entrado hacía unos minutos al bar, pero sí observó que entre ellos se hallaba una chica distinta, le recordaría a Gina, y los juegos con los pasa montañas. Esto tampoco lo sacaría de su estado de alerta con las traducciones, se dijo que los metamensajes infundían miedo, que los disparates ridículos al que estaba siendo sometido lo llevarían a perderse entre borracheras y caminatas para poder estar tranquilo. Pero pronto Aparicio se acostumbraría al sistema de la ONG. Sintió una mano en uno de sus hombros, y escuchó una voz con acento afrikaans, que lo llamaba, era uno de sus compañeros que le pedía acompañarlo en la juerga. Aparicio le comentaría sobre la posibilidad de dejar el trabajo de traductor. No llegaba a adaptarse pese a los meses que llevaba en la institución. Solo con leer y releer y traducir una nota que se envió esa tarde a la ONG de la región del Caribe, supo o comprendió que su estadía allí sería un fracaso rotundo. Aparicio aparecería de mocos tendidos en su apartamento a lo barroco o rococó. El despertador lo levantaría a la hora establecida para otro día de labor de traducción.

A las ONG afiliadas del Caribe
Las reacciones de manifiestos en la sesiones por los secretarios y los suplentes han llegado hasta nosotros. Es irrisorio coartar las decisiones tomadas por los presidentes. Debemos ser más precavidos para que no se nos escapen ciertas remuneraciones con la clase pudiente de las naciones. Sorprendidos hemos quedado cuando sus instituciones hacen las observaciones de lugar después de actuar sobre la cuestión, eso no debe ser de ese modo. En cuanto al discurso de entrada, ofrecido por los directores y las directoras, expresamos que el tema se enfoca en una misma trayectoria de usurpación de mando. Es claro que han actuado irreflexivamente. Todavía sin perder tiempo están sujetos a revocar sus licitaciones de pedidos y fortalecer las instituciones que representan y que nosotros desde aquí les damos apoyo sin restricciones en todos los sentidos. También, pensamos, por igual sobre los temas tratados, como por ejemplo, los títeres, los muñecos para ventrilocuar, los mimos y la sociedad marginada de los pobres muertos de hambre. La sociedad en que se educan los desposeídos (es allí donde ustedes deben de mirar) se alimenta de malas noticias sin cultivar lo bueno de ellas. Es cierto que eso se lo debemos a los medios de comunicación, con los que convenimos estar en concordancia. Ellos donan y a los donantes se les trata bien aunque sean los culpables por una parte. A los dominantes les interesa la educación por medio del consumo, así tendrán clientes desde el nacimiento. Nos sentimos muy aturdidos por la alusión que han hechos los secretarios y sus suplentes, porque las buenas noticias no se promulgan en todas las esferas de sus sociedades. Es un hecho latente la manipulación de convenio. Ofrecemos libertad institucional a las ONG, pero no hay que pasarse de listos por cuestiones económicas.

4
Al llegar a la oficina saludó de rutina a las compañeras y compañeros que a esa hora se hallaban arrellanados ante sus escritorios hurgando papeles, tecleando en sus computadoras, conversando por teléfonos, riendo del último chiste de la noche pasada en alguna reunión de paisanos o dándose  expectativas al pasar una persona delante de ellos y ellas. Se dirigió a la mesita con la cafetera, preparó café y se largó a fumar en el cubículo de los fumadores. Allí encontró una mujer, se le veía medio amargada, y pensó en Gina y apuntó en su libreta los números exactos del tiempo transcurrido y las postura de la mujer porque Gina siempre se drogaba de imágenes cuando algo le venía de entre manos con los pensamientos hechos un desastre. Quiso hablarle a la tipa, pero su timidez era tal que ni acabó de fumar y salió.
Continuaban llegando los dependientes de las oficinas, Aparicio los veía por el cristal que lo separaba del pasillo. E iba reflexionando sobre que majaderías le daría hoy el director del departamento para traducir. Como por arte del demonio se abrió la puerta y entró un mensajero con unas series de documentos. La mayoría estaban para traducir al inglés y al francés obedeciendo al original alemán.
Comentar sobre un diario. Aparicio se remontaba a la lógica forma de los avestruces. Puntos esenciales sin tocar. Explicar el rumbo destinatario de las lenguas. Hojas en crucigramas y lo más importante. Morir por intoxicación de idiomas. Resurrecionar de lamento al pasar por las grafías. Ver rostros de tragedias. Eso quería la directiva y las asociaciones de lugar. Dinámica de grupos en los cafés y los bares. En las plazas eran menos. Había que implementar por eso la técnica del abogado. Dejarse ir por la guía de turista y fanático. Nada de experiencias con dejar que alguien hablara por otro. Debía perderse en el sabor de las palabras. Sin equivocación, porque era bueno saber que él poseía derecha e izquierda. Hay que poner la lengua a funcional. Músculo poderoso. Y como la malignidad hacía sus metidas de ojos, todo lo malo, se decía, por ley debía fracasar. La ONG. Porque el que está en el medio siempre sobra.

A China y sus manufacturas
Hace un tiempo vimos como por la televisión el poder económico de los Estados Unidos caía por la coalición de dos aviones y que les llamamos atentado contra la humanidad. Hoy se ha sobrepasado el horror contemplado por los newyorkinos a base de explosiones, una espesa polvareda, gentes corriendo a salvar sus miserables vidas y otros lanzándose desde un cuadragésimo noveno piso o sexagésimo octavo piso. El asunto de las religiones y las guerras siempre vienen con el semblante “USA”. Antes de ocurrir la tragedia se sabía. Ahora vemos que hay documentales independientes y oficiales. Uno muestra el embrollo como una estratagema o un complot con objetivos específicos: Irak, Afganistán e Irán. Justificación de terrorismo. Pero hay una meta que todos llevamos a cabo; aquí el petróleo es el alma mater de los sufrimientos, luego será el agua. Poder económico. Los pueblos que defienden sus hegemonías son presentados por el otro documental como el demonio, que no le importa la vida de nadie, solo dar la guerra para aterrorizar a la humanidad. China tiene siglos, una civilización que se ha esforzado por ser quienes son. Lo doloroso es saber que fueron y son sometidos a un sistema caduco. Debemos sustituir lo que es de todos por lo mío propio. Ahí esta el ejemplo de Cuba, que sufre desde década lo que ningún otro pueblo ha soportado. Nuestra institución se opone a los embargos, pero debe estar a favor de los cambios y el sistema imperante.    
       
A las ONG con asentamiento en Siberia y La Patagonia

Aún no nos imaginamos cómo o qué razón existe en la aplicación para obtener más datos sobre la importancia de poseer cosas. Nadie en épocas anteriores daba motivos de saciar su economía en base al poder de bienes materiales. Los chamanes son un ejemplo hoy día. Hay personas que salen y se convierten en otras dejando de lado sus orígenes y son capaces de elaborar estrategias para un estudio minucioso con fines de seguir transformándose. El paradigma de esto puede ser M. Jackson. Pero que va, hay que poner en práctica la investigación, de modo que las reacciones manifestadas son explícitas cuando en una sesión de brujería se encuentra un médium para turbar la obtención de los espíritus nósticos o esotéricos. Con sumo cuidado hay que pasar de izquierdas a derechas los documentos originales, por el hecho que si falta o sobra uno podremos hacer administración con derecho y deber. Así, nuevamente, cada junta volverá a su estado primario. Los hechos ininteligibles con respecto a la elección por las instituciones. Hay que reír como niños si nos señalan de una u otra forma, quien tiene que responder son los abogados. Los ejecutivos de la central están consternados por la actitud que han tomado con el medio ambiente, ese también es un poder que debemos rescatar a cualquier costa, ayudándolos a conseguir sus autonomías pronunciando la consigna: “hay que ejercitar la lengua hasta la última circunstancia”.
Ensayaba con sus dedos. Los origamis surgían en aves y aeroplanos, flores de papel comprimido, animales y sombras superpuestas a los retratos colgados en la pared del fondo. No todo lo que se planifica se realiza, pensó. Motivo que lo traía de cabeza. El concepto de gerencia no se utilizaba en sus informes diarios. Pretendía describir las traducciones con el fin de que un título no era importante sino el aprendizaje de experiencia. La vida no es justa y hay que acostumbrarse a ella porque nadie se cura en su casa. Se arrepentía de optar por esta oportunidad de trabajo. Si metes la pata, aprende de los errores; no era culpa de él sino de sus padres. No había por que llorar. Había que iniciar el camino de limpieza por sus ensayos de dedos, porque los origamis ya estaban siendo pelotitas que tiraba al zafacón. Al mundo no le importaba su estado emocional, a ese mundo en que el vivía solo le interesaba que hiciera correctamente las traducciones que día por día le ponían frente a su narices. Pensaba que el director del departamento era uno más que estaba siendo utilizado por la directiva, y que no era duro como afirmaban los otros. Maldecía esa oportunidad. Apretaba los dientes. Todo parecía ser en vano porque la televisión no dulcificaba la vida diaria en la vida cotidiana. Tenía que ser amable consigo mismo, optar por lo mejor y dejarse de estupideces reflexivas a través de la probabilidades. Hay que vivir cada día. Hay que resolver el hoy. Aparicio no podía estar en el pasado ni irse para el futuro. Pero creía que el pasado era un constructor del presente en base a la experiencia y el conocimiento que se ha obtenido, y este para un futuro.  Eso necesitaba aclararlo de inmediato, porque qué sería del presente sin un pasado que ha ayudado en determinación a esta actualidad, y que presente sin su futuro, porque en el presente se planifica para alcanzar ciertas metas en un mañana. El que planifica está previniendo lo que puede suceder. Es verdad que nadie puede estar en tres espacios de tiempo diferentes, esto solo le cabe a la memoria. No es el pasado la experiencia con que se vive un presente. Aparicio entendía que la actualidad era elemental, pero los otros dos tiempos eran complementarios a una vida que actúa en el hoy a pesar del sentido hedonista.             
       
5
Aquella noche subía junto a uno de sus compañeros por las escaleras del bar con parsimonia, dudaba de cada pisada, creía falsear al plantar las suelas de los zapatos y que un agujero (a pesar de la solidez) se lo tragaría y lo vomitaría del otro lado del mundo. Todavía no habían pedido los tragos cuando un grupo de jóvenes artistas penetraban el umbral de la entrada, con gritos y aplausos de personas alocadas y ajenas a un ambiente que dejaba entrever las pulsaciones de los concurrentes. Aparicio notó algo anormal o si se quiere de coincidencia. La muchacha rasta venía con ellos. Él no podía echar a un lado el semblante de esa mujer. La particularidad yacía en que los otros acompañantes no mostraban esa aura misteriosa que veía en ella, y esa intensidad luminiscente lo atrapaba, lo hacía retrospectar ambivalentemente a un tiempo sin razón cuando miraba por los atardeceres el rostro de Gina, ese rostro de risas amplias y serenas. La tipa era eso, rasta y risa con serenidad adiestrada. Nada más había que verla para darse cuenta que era una artista, su estilo de vestir, en bultito a un lado, otro bultito colgándole de su cuello de gacela, hendiendo sus tetas exuberantes y la complexión del bultito era similar a los de los fotógrafos. Llevaba una cámara fotográfica. Era evidente, y no hasta esta segunda oportunidad de observarla, Aparicio no había advertido su ocio. Preguntó a su compañero de labor sobre los artistas. No supo contestarle, solo le dijo que casi todas las noches de fin de semana ellos venían y se alojaban en el bar como si fueran los únicos dueños. Cuando pidió a la mesera la cuarta roda de tragos hizo la misma pregunta. La mujer le respondió que esos jóvenes siempre iban a tomarse unas copas después de algún show montado en unas de las plazas, en los andenes de los trenes, en calles céntricas de la ciudad, en los parques, en los teatros independientes que existían en los barrios marginados, en donde a ellos mejor le pareciera montar sus locuras de artistas sin domicilios. Salvo, dijo, de ese —se refería a un tipo de unos cincuenta, con aire de gentleman, formalmente vestido— que ha llevado su espectáculo a teatros reconocidos de la ciudad. Aparicio no les quitaba la vista de encima, y menos a la muchacha rastafari. En una pensó ir hacia el grupo, pero el amigo lo detuvo, tenía que regresar a su hogar, se preocupaba. Aparicio asintió y se marcharon.

A una poeta o poetisa del norte
Hace tantas noches que vengo observando los movimientos alternativos de lugar. Creo el problema, tenemos que escuchar y liberarnos. Los análisis de literatura no se prueban. Porque escribir es detenerse y orientarse por caminos. Hay asuntos endiabladamente nuestros y no podemos donárselos a otros. Si leemos bien, pensamos bien. Cuando existe de antemano una distorsión no conviene ser gente de buena conciencia sino casos mal infortunados. Hay que acostumbrarse a escuchar para superarnos. Los problemas de oídos lo llevamos pegados a nuestros caracoles desde hace milenios. Porque anoche cuando regresaba de un bar vi a un hombre fornido, con una gran pansa, el cual arremetía con una especie de látigo a un grupo de ratas. Lo interpelé por el hecho, dijo que así debía ser, había que apalear a las ratas. Dijo llamarse Monsieur Estanislao, PHD en Historia Clásica y éramos compatriotas, porque dijo aquello en el buen sentido dominicano y en español.
Generalmente las personas que no leen, escuchan mal, porque en la terminación está la belleza de la costumbre, del hábito. Todo lo que hacemos es teatro. Cuando la enfermedad entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Y la personificación es la figura, la imagen es el símbolo. No saber que vivimos en dos tiempo y que solo el contexto se encarga de determinar en que tiempo se está, ya vivimos atrapados en él o los problemas. Monsieur Estanislao, PHD en Historia Clásica, viene apaleando a las ratas de distintos modos. Son reacciones tomadas a la ligera. Como si se sintiera de manifiestos o de la explícita figura humana. Recuerdo aquella joven poeta en compra de blusa y vaqueros, era tan hermosa vestida de esa manera que esa hermosura ridiculizaba. Al cabo de un tiempo una amiga de pasarelas y confines acumuló vienes y también compró blusa y vaqueros. Miraba que la prenda de vestir le ajustaba perfecta a la poeta y ese día de compra, al probárselos no les agradó el conjunto, sino que se marchó sin nada. Por eso la amiga de blusa y vaqueros no se trae de cabeza con modas y asuntos de competencias.                  

A las ONG no afiliadas llamadas cofradías
A veces los pormenores de acrósticos son avisos. El agradecimiento sustenta la dedicatoria en un texto de arena, el cual se reconoce en una toma de raíces particulares. Un acta sustenta la constancia de procesión. Vamos regurgitando un guión de entrevista, a menos que la sesión tome una disyuntiva propicia a la biografía. Cuando, por si acaso, sale una nota de prensa con el título invertido, o sea, sin decir lo que tiene que decir, entonces nos gustaría ser los santos, y las vírgenes, adoraciones de imágenes pretéritas a los ídolos de terracota y rupestres simbologías africanas por los meollos devotos.

Dejo el lagarto a ras de sienes impertérritas,
santa redención de guaguas salobres. Tardes
reunidas a comer inconfundibles altares de huesos,
luces adosadas a los escaparates verticales.
Aclaro siempre el lagartear difuso de obrar
por los mitómanos y el ritmo de los versos,
romperé soplos encuentro de rezos y sobrevenidos,
renacer de ancestros, de hombres y penurias,
en gestos de despojos amarillos por las cofradías.

Son los cánticos llamados a sobrevivir en esa tierra sin dioses y sin nombres que se declara en los pájaros extintos y que son conservables en la memoria. Hay que agradecerle a la tolerancia, al amor a las costumbres heredadas hasta en los genes, que nos llevan, por ejemplo, a la frontera de la poesía.
A los organizadores de las cofradías sobre puntos críticos del arte de la misoginia. Los números en un poema se escriben en letras y símbolos. Surgieron tras un asunto de necesidad comercial. Para los romanos y los griegos el cero no existía, porque el vacio no contaba. En el ábaco no existe, sin embargo, los indúes lo inventaron. Hay cosas que son representaciones mentales, punto medio de una recta. Somos coprófagos, unos come mierdas aunque nos de vergüenza. El vacío representa hoy lo que no tenemos. Hay gentes que les falta; pero no saben que les falta. Es una cifra y no un digito. Invención sistemática del decimal. Puesto que en el sexagesimal se esconde una religión. Hay relatividad en números, letras, poesía, existencialismo y comercio.   

6
Vimos un nombre en dónde y cuándo nace el vacío y como ha sido la vida infantil de los coprófagos, y en vista que ya se conoce en donde obró en primer lugar, en segundo podemos decir que el curso secundario de los hallazgos toma rumbos hacia la intelectualidad con un dogma breve por los sedimentos. Los recuentos son relaciones de infanticidios. Así aparece la obra del artista y sus medios que le deja marcado por conveniencia o por una necesidad de síndrome en consideración en la sociedad de consumo. No hay que dejar de lado las preferencias de contextos y relatividades presupuestarias a la objetividad del asunto, viajes que han costados cientos de caras contraídas en las trincheras y las barracas. Paludismo erradicado. Dengue moderno. Experiencia de polillas y en cada sustitución no hay que ver, sino mirar y detenerse a regenerar circuitos de generaciones en proyectos escriturales ejercidos en una plataforma de olas y espumas baratas. No importa si se nace en junio o agosto de la Segunda Guerra Mundial, o con ser la séptima escudilla de los trastornos, porque durante la infantilidad se dedica a diversas labores: dogmas, egocentrismos, ecolocalizaciones, rumores de introito, parafernalias de acumulación de aminoácidos, introspección de fotosíntesis y vidas paralelas. Esta última se debe a que también será el nombre en la marcha. Iniciamos en la interrupción dedicada a la actividad, ya que el comienzo acaba en la llegada. Son más de una década y después finaliza por una maniobra de lugar que le tendrá aprecios promoviendo sus enlaces cotejados en la simetría. En los andenes come sopa de imágenes, bebe huesos supurantes, traga verbo y sustancias proclives. En el año de su despido iniciará el ingreso al tugurio seminarista de su propia afrenta. Comulga lecciones de diarios y espejos. Dice con obligatoriedad que las huelgas sanan los coprófagos y las liendres. Bombardea constantemente su bacinilla desde su rascacielos o desde la transitoriedad de los ecuménicos. Padece trance de hilos y quiebres. No importa. Sí importa. Norma de viajes para desacreditados. Egreso de título y fechas contrariadas en sus dedos de origamis, de figuritas a secas, dotándolas de microbios y énfasis. En el año de su despido formará parte de una congregación de artistas fragmentarios, iletradas imágenes de corpúsculos, esfinges y gárgolas de prototipos sepias, a blanco y negro, de tecnicolor, de histriones mudos e histriones pánicos, de músicos blues y jazz and rock. Psicomagia de generaciones en generaciones. Abrevia el paralelo 68, frecuencia imaginaria de sur y norte, de pasiones y lenguas muertas, y mantiene una constante unidad dispar con actividades de apartamentos, sexo a lo Marguerite, reencuentros de frontispicios, de empeines y sudores. Funda el contagio de los martes en los bares. Promueve su displicencia a la monotonía porque tras el nacimiento del nombre por salud abandonará las matemáticas. Recientemente anduvo de manos con la ilegibilidad de la pirotecnia y la unión de la lengua en desuso. Había que inventar mientras se permanecía en espera de las traducciones.

A un poeta del sur
Según el exterminio de la palabra poesía quiebra las geografías. Era un mundo falto de misterios; sin sentido de locomoción y daba las márgenes al murmullo del personaje, a ese amarillo dolor del sexo y las columnas invertebradas. Animales excéntricos masturbándose con sus conformes imágenes deshonestas, rompimiento del deshielo y la biblia, canotaje de retinas en charcos construidos por los fósiles y el cuaternario. Decidía hacer trípodes con las masas, obrar por cuenta propia sin ocupar los tiestos y los síndromes, leyes presumidas a una distancia en el canto mismo de la tristeza destruida por la aridez de las calles vacías, un cosmos desprestigiado por los reptiles y los perros: Una poesía dentro de un poema que no es poesía. Y los toneles al fin descienden de sus miramientos, se encumbran de la farsa agonía extendiéndose en los malabares de las olas, difuminar de flores, partirle el cuello al molusco, a la baba y la fugacidad de la entrepiernas. Llamaba peso al sueño. Le decía pan al norte, hablaba de sombras pero no son sombras sino representaciones pictóricas sin ningún fin específico. Obraba por tecnología pero no apoyado en los tecnicismos que adolecen las pupilas. Se movía larva o gusano en calles y postes ondulándosele la vista, comiendo supuraciones metafísicas, ya metal del odio y las afirmaciones. Hay un destino al agarrar los bichos de las manufacturas, clonación de vértigo y dudas. Ya para qué perecer de antemano en un incidente amorfo, ya qué de ellos sin el lujo de los maleables síntomas de la mitología, del cansancio, de los artificios y las fauces de los monstruos. Agotamiento de picnics. Amaba los fragmentos desunidos por la hilaridad. Creía en las bellas salidas de las oficinas hacia algún establecimiento chino. La nafta lo hacía reír por las denominaciones de gentleman y estilos, porque dividía el sentido de la frase en otro sentimentalismo informal. Cuatro serenas palomas esperándose en su vuelo. Decidía irse por donde la rara enfermedad humana protegía a mansalva los números y pluralidad, como quien demuestra el efectismo de los abalorios y los trapecios. Los números han de gritar goznes, accidentes y ya nadie es piedra, ni cromosomas, puro reciclaje de antorchas y al ladrar un perro las botellas vuelan, dice, ese debe ser detenido. Ha quebrado rumbos, cosas así. Rabia de cruces, de toldos y azules contagios de guardas, de usurpaciones y de estatuas amándose en el viento. Escribirá parques e indecisiones grises tejidas a los campanarios con sostenido enema tras la brisa una vez madura. Certifica dibujos a las piadosas uvas de látex. Caga palabras. Caga eclosión, bate los sonidos de escenarios. Minimalismo torpe de posar en un retrete a la hora de la poesía. Va hacia donde los cangrejos duermen sus huellas e introspeccionan. Anda hacia la vista de los comejenes amando cualquier saliva, va pero no encuentra el regreso de los antídotos inservibles. Marguerite hace ruptura de fotos. Gina inventa rupturas eclesiásticas. Dicen de los gentleman porciones de fantasías durables y otros especímenes. Improvisan los alcaloides, asumen presencias de semáforos y oficinas, claustrofobia mal interpretada por sus ademanes afijos. Como no poseen asfaltos inacomodan las manos sobre las claraboyas de los viajes de ida y vuelta. Una venta de astros, economía de Ares y lengüetazos atrasados en los vehículos. Gina parte a fronteras disyuntivas. Marguerite aviva ánimas con sus lentes potentes, adormece la vista en los cafés y los postres. Dadivan cientos de rostros incongruentes y obscenos. Aquí el rojo existe en cada transacción bestiario por los trenes y los anónimos.

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En verano del mismo año Aparicio recogió sus útiles del escritorio. Algunas traducciones estaban a medio hacer, no se las dejaría al departamento. La ONG remitió un cheque a su nombre y con esa suma de dinero viajaría hacia donde siempre ha soñado. Su despido fue así, por cuenta propia, tanto tiempo al servicio de unos come mierdas, desde su inicio no soportaba al director, ni el ambiente monótono de la oficina. Nadie salió a despedirlo, era como si los demás estaban sumergidos en otros asuntos, como si no les importaba su salida definitiva, como si la directiva de la institución les había comunicado a sus compañeros que no lo despidieran. Esto le pareció algo anormal, pero vaya uno a saber el por qué nadie le dijo: cuídate, que te vaya bien, no gaste mucho, adminístrate adecuadamente, si vas a tu país, dale recuerdo a tu familia, etc., etc., y etc.
Cuando cargaba con su portafolio y una caja de cartón e iba dirigiéndose a la estación más cercana que se dirige al sur de la ciudad, mientras pensaba en los años de los servicios a la ONG, en la verdad política del sistema organizacional, de los muchos disparates que tenía que traducir por antojo de los directivos, en las obras de literatura que estaban como proyecto para próximas publicaciones por la ONG, de las donaciones, en lo eternamente que estaría agradecido por ayudarlo a publicar dos o tres libros de poesía. La puerta automática se abrió instantáneamente al percibir su presencia. Entró como su cajita de cartón debajo de uno de los brazos, en el otro, como ya sabemos, llevaba el portafolio. Antes llamó a Marguerite para informarle del acontecimiento, ella no dijo nada. Lo sabía, porque lo discutieron una noche antes o cuando se metían a discutir sobre el problema, del abandono del trabajo por pereza monótona, del viaje a la India, a Nepal, a Bután y luego al Tíbet. Solo poseía instrucciones de diarios, novelas, poesías, relatos cortos, de internet, de cartografías y geografías, breve conocimiento de idiomas, amplia información de la religión, costumbres, gastronomía y la altiplanicie. Agarró asiento junto a unas jóvenes que traían audífonos, meneaban sus bellas cabezas de pelo revoltosos con reiteración, a ritmo de rock. Intuyó tal agasajo interpretativo por la facha de sus vestimentas. Colocó el portafolio encima de sus piernas, después la caja de cartón. Destapó la caja y sacó un manojo de papel. Iba seleccionando las hojas, pasándoselas de una mano a otra. Introdujo el resto en la caja y comenzó a leer o a releer lo que hipotéticamente se enviaría al día siguiente:

A las instituciones de Estados con fines educativos para la Región del Caribe Hispano: Colegios, Escuelas Públicas, Politécnicos, Universidades estatales y privadas adjuntas a la ONG Internacional para una mejor formación académica
A
Las diferentes clases de lecturas que el ser humano ha adquirido en el transcurso de un aprendizaje efectivo posee varias maneras de clasificación: la científica, analítica, mecánica, de vista u observación, literaria, de apoyo como material didáctico… Pero en esta ocasión vamos a ofrecer una guía para la Lectura Profesional; y el término Profesional en contraposición del amateur, que es una lectura por el simple hecho de leer por hábito, a gusto y no con un fin determinado.  La lectura profesional se visualiza con un propósito investigativo, en donde el investigador tiene que efectuar una serie de estrategias sistemáticas, como por ejemplo, poseer un esquema elaborado antes de…, dar explicación de la lectura, y en este esquema o plan preestablecido puede consistir en documentos biográficos de un escritor, de la sociedad en que el texto va a hacer leído.
B
Hay palabras con más de cinco silabas, y para ser uso de argumentación de ellas en las interrelaciones cotidianas, deberíamos empoderarnos de los conocimientos de lugar, aplicándolas con el mayor uso posible en el transcurso de los estudios. Proveernos de un vocabulario eficaz nos ayuda a dialogar correctamente con nuestros receptores y frecuentar esta adquisición de sustantivos, verbos y adjetivos, los cuales están compuestos en su mayoría por prefijos, sufijos e interfijos, nos trasciende. Esta invención ayuda a que las palabras sean más longitudinales desde sus lexemas. Otras que se utilizan son a lo que los lingüistas han denominado (ya lo advertimos): sufijo, que esta después de la sustancia de la palabra, es decir, aquella que origina el desplazamiento de una palabra a otro nivel. Por modelo tomaremos “autenticidad”. El sufijo de esta es “idad”. Su lexema es “autentic”, con “idad” la palabra es un nombre; pero si el lexema se le agrega una “o” o una “a” cambia de expresión instantáneamente. Ahora se observa que el lexema “autentic” con una “a” o una “o” integrada se forma un adjetivo. Y así las palabras obtienen una gran ampliación de contenido significativo en la medida que el usuario la aproveche en un equis “x” contexto.
C
Cada título designa un comprendido sostenimiento. A veces esas palabras mutan en especialidades para el uso correcto de un profesional. El concepto especialidad ya esta describiendo de por sí la particularidad de una persona cuando hace uso de ciertos giros en las palabras; de aquella que se consagra de forma muy versada en un determinado arte, y en este caso al decir. Sin embargo, el hecho de que en el uso coloquial (rural y urbano [barrios marginados]) sea concurrente que las personas que conforman esferas de bajo rendimiento intelectual posean un vocabulario de no más de cuatro silabas y en sus conversaciones no significa que estén extintos de ser individuos de no progresar en el empoderamiento de otras palabras. Esta baja constitución del acervo lexical se debe a la no lectura, o nunca han  ido a una escuela; algunos llegan, si acaso, hasta los estudios primarios, otros a la secundaria, y estos últimos se estancan sin ampliar sus conocimientos. Se debe también al mal uso orientador de la familia, concerniente a que muchos de los jóvenes fornican a temprana edad, se someten a concubinato, desertan y el estudio a la mierda, entre otras justificaciones. Hay palabras (a las que nos referimos existen en sectores de cualquier sociedad, resultan no ser especiales sino palabras por repetición) que debemos cambiarlas por otras que nos ayuden a hacer mas humanos, comenzando por la familia, la escuela y los colegios, fomentando la lectura en todos sus aspectos.

Asuntos estadísticos. Datas de junio del 2004-2005 
Variables: Habilidad, Nivel de dominio, Eficiente, Regular, No dominio, Sin respuesta.
Con las datas estadísticas podemos medir cualitativa y cuantitativamente si una persona tal está o no apta para manejar instrumentos, se da la información descriptiva que el porcentaje en el manejo perfecto de un computador es de tan solo un 17.8%; los que lo utilizan de modo regular es de un 40% y un 42% las que no saben utilizarla. De esta manera se muestra un gran problema de deficiencia de los mismos docentes en el manejo de este aparato. En los otros artefactos la eficiencia en sus usos es deplorable, salvo en la manipulación de un aparato de música, en donde el porcentaje de no saber dominarlo baja considerablemente, con un 4.4% e incrementando en el perfecto manejo en un 55.6% sobre el total y un 40% lo hace de forma regular. Dado las datas en la investigación encuesta, vemos que la población de docentes en pedagogía posee un déficit en el manejo perfecto de los instrumentos elegidos por la firma encuestadora. Es preciso que un docente sepa manipular, no perfectamente una diversidad de instrumentos, sino que debe saber como utilizarlo en apoyo a sus imparticiones, no tan solo en la actualidad como recursos didácticos, sino en la vida diaria. En otra encuesta encontramos que las habilidades escriturales según el grado de dominio son paupérrimas al instante de efectuar la entrevista. Son de un uso regular en mayoría. Solo en algunas habilidades han obtenido cero índices porcentuales, dando indicios del no dominio escritural. Pero no adversas a la pedagogía, tales como programas radiales y de televisión donde hay un 0% de eficiencia, con regularidad 0% y el abrumador 100% del no dominio. Los programas radiales y televisivos son importantes para informarnos de lo que esta pasando en nuestros países. Ni que hablar de los reportajes. En el ejercicio de escritura se muestra un dominio regular a la hora de escribir de un 28.9% y de un 71.1% los que no dominan la escritura; de igual forma los encuestados ofrecen datos similares en las parodias y los mosaicos musicales. Ateniéndonos a estas informaciones, observamos que los maestros generalmente están desprovistos de conocimientos fuera de su área profesional. Además, parece ser que la gran cantidad de educadores sostienen un bajo índice académico. Un dato interesante fue publicado en un periódico de circulación nacional en uno de los países del Caribe Hispano, el cual sustentaba que el 80% de los estudiantes de las carreras pedagógicas ingresaban a las universidades con un sexto de primaria aprobado. Por acopio, es suficiente darse por enterado, aunque estos maestros alumnos estaban en término de sus carreras, traían un arrastre desde el inicio de sus participaciones en las diferentes asignaturas de las carreras de padagogía, arrojando al final que los mismos no manipulan instrumentos ni las habilidades escriturales. Entonces sería conveniente de la existencia de un programa que ayude a estos maestros a capacitarse más eficientemente, jamás el no dominio de las técnicas para un saludable aprendizaje integral en cualquier circunstancia de la vida. 
Tomar una vía de acceso a un apartamento barroco que ya no será el de Aparicio, sino de otro traductor suplente. Organizar con objetividad los pensamientos, ser cauto, avisar a Marguerite de su llegada, estará con su kodak en una plaza cerca de una de las catedrales o atrapando a algún mendigo con su flash químico, con sus quimeras de duende. Pensar en la acción, en el efecto y la causa de un nuevo departamento en la Rue de Châtaigne, canalizar la preparación de un estudio minucioso del ambiente, adecuarse, condicionarse. Leer sus movimientos. Leerse ante un espejo. Hacer lectura de las cajas y los bultos, ir acomodando cada objeto en su lugar, preferir echarse en un ricón o en el baño a vomitar el mal, el bien, que diablos, si a Aparicio se le hundía el cuerpo por las lecturas de una atmosfera enrarecida. Fumaba como un loco, más que un loco, ya no se sentía el rostro. Pero el lector de su propia imagen proyectada por un espejo esta dotado de sagacidad, se crea dudas, reflexiona. De acuerdo con la posición de Aparicio en el baño, es algo impersonal, se lee baba, se lee huevo, se relee conferencias, se relee mierda y se sigue leyendo en una instalación para museo o el Louvre en convulsiones de un reptil cerca de la muerte, de otra vida y se ve un libro adornado de amarillas salivas, en discusiones con Gina, con los amigos de Marguerite, cabos sueltos y atados a un colofón mujeriego, a una tilde que cubre toda la portada y parte de la contraportada. Se lee un verso resquebrajado, abierto, una cortada emanando culebreos, manos agarrándose de los pedestales, mientras ahí mismo hay gentes que van y vienen sin toparse con sus inmensos ojos que danzan las vías, ejercicios de cámaras contenciosas y representativas del pueblo, congresos cayéndole encima al blanco hueso del inodoro, opiniones. Él está fuera de las obligaciones y ocupaciones habituales, se es ocio, se es minimalismo, un frasco de compota impresa al vacío, al relleno recientemente. Se leyó tiempo libre, y se dedicaba a guardar los recuerdos de oficina, libros, diccionarios, inactividad en dedos de origamis, de yo te miro y tu me miras por el cristal, de meterse un café e ir al cubículo de los fumadores a morir o a vivir. Y se dejaba por simple elección largarse por fruiciones en donde sentía un goce extrapolar y extrasensorial, cosas así, indefiniciones de humos ante algas y líquenes en nombre de su aparato respiratorio, existencialidades propuesta por escritores de la talla de Umberto Eco, Rushdie, Musil y otros. Federación Internacional de Traductores por Contrata. La FITC. La ONU. La OTAN. La OEA. Gremios seculares para traducir libros y palabrerías afables. Va ordenando los utensilios en un rincón del departamento. Marguerite lo llamó mientras estaba cagando, dejó un mensaje en la contestadora, solo faltaban unas fotos. Iría de inmediato a ayudarlo a recoger las cosas. Ya no importaba. Solo interesaba llamar a un taxi y marcharse de allí sin volver el rostro, dejar de lado diez años de intimidad con esas paredes de tonos azules y verdes, un tanto de negro y rojo oxido, años de humedad relativa al sexo, a la labor de investigar las manchas y los insectos que posaban, deshumanizar la metafísica, perderse en el nuevo condicionamiento de departamento, mirar por la ventana ciega a los muchachos reír por las chatarras, por los amaneramientos de los sonidos de los vehículos, cantar un blues descorazonamente, sentir los pasos irregulares de Marguerite cuando se va acercando a la puerta, toca, le abre y Aparicio la abraza, la besa, la lleva de mano y le muestra.