miércoles, 23 de junio de 2010

Poetas de las miserias (entrega #10)


Disyunciones

1

La vida sonríe o casi estoy mareado por el alcohol poseyendo tu nombre, aun sigo en la ciudad burbujeante construyéndome al fin en el tiempo de la catástrofe unida a breves corpúsculos asociados a la infinita mutación de lo desconocido entre una y otra mirada sostenida en sobres y cuentas ya echas puré de papas o molondrones guisados a fuego lento en la estufa de llama malva entrando en guerra con los insectos y las ratas, temiendo el incendio en cada partícula porque hay cosas que no se pueden sino callar bajo sábanas reelaboradas a lengüetazos de moscas y otras alimañas inofensivas por quienes creen en las mudanzas de los paroxismos desdibujados e intolerables quehaceres nos estruja el filme inasible en los genes o en el depositario del circuito alentador de la humanidad precavida de sombras pletóricas ahuyentando el reenvío de nociones primarias y secundarias, esa fama de la negación del tiempo, así funciona el croar de ranas en el arroyo empedrado de lilas y nenúfares presintiéndose seres autóctonos en observaciones de animalismo o vaya a saber uno si el eclecticismo mejora en el trayecto para reformar la alienación de los mendigos plantados a metros de donde me encuentro dándome el marasmo del siglo por los tragos en nombre tuyo o el aislamiento de los paseantes y los uniformados escolares muertos de risas cuando bailo a son de payaso con la invisibilidad de los cortes comerciales y los estamentos anodinos, existencia muda del asincronismo en los cortes de tiras fabuladas por manos misteriosas ya cognición de un hipertexto. La vida sonríe o casi niego o ratifico la mórbida segmentación de la risa cuando íbamos perdiendo la típica fruición de la ternura comprometiéndonos al amor todos los futuros y presentes imposibles, ese enrarecer de tiempos se confabuló de lejos y ya qué diablos somos si no infantes rabiando en la conciliación de estar en solitud, me refiero a la eternidad del amor y aunque se nos acabe continuará su camino hundiendo a otros en sus aguas turbias prometiéndole noches y días inacabados e indecibles. La eternidad es la negación del tiempo.


 
2

Para las flores amarillas hay tierra y agua y sembrar las semillas, sembrarlas de a poco en el valle, y en días como hoy las flores amarillas estaban en nuestras risas y podíamos cantar a ojos cerrados, tan espeso era el norte y el sur, podemos florecer en el tinte de las flores, en nuestros corazones pese a la distancia de océanos e islas reformándose en magia sin tacto en la piel o en los oscuros rincones de los moteles poseídos nada menos por dioses eclipsados en astros. Menstruar la vida y no la muerte, vivir a plenitud y no en desasosiegos, arma de mil filos atravesándonos los tuétanos, los iris fermentados por huecos, simulación de fenómeno trayendo las fotografías de cumpleaños y graduaciones, entonces de modo siniestro agarramos cada quien por su itinerario en busca del hundimiento de los cuerpos en otros salones abarrotados de gente anónimas riendo por aplausos y flash, descifrar el recuerdo es pensar en olvidar, no tenemos el común acuerdo para meter las raíces de la naturaleza en la tierra, nada más nos queda ver cómo el florecer alcanza la mentira o el desfallecimiento de los clones en la saliva de un sapo, es desproporción de pactos personales, de ajustes impersonales internándose con lentitud al espejo de agua sostenido por las manos sangrantes de un asesino o la peroración de artículos inconclusos. Las flores amarillas son buenas amenazas para sernos transitorios, hay cieno de existencialismo preguntándose por qué las semillas guardan en sí la creación de la belleza, la creación de belleza desgarrada por actos de histriones fetos bajo el manto púrpura descendiendo maravillosamente animal, planetas y satélites robando la gravitación relativa de la luz, hermoso atardecer, hermosa alba tintando de ocre nuestra sangre de humanos pretenciosos que no saben si en verdad el recuerdo es una fuerza necesaria para ser quienes somos. Recordar es una especie de coraza que nos sirve para olvidar.


3

Acceder las traiciones a un mundo imaginario ostenta la amistad y el amor, estos sentimientos por siglos y siglos han venido a ejercer la contraparte o la ausencia de la traición, si traicionamos el lujo y el detalle nos estamos confabulando con nuestras propias verdades a costa de sacrificios inhumanos, es atentar contra la vida, pero quizás encontremos esto muy fácil a sabiendas de la imperfección. Vemos esta prohibición, si así se le quiere evocar, como embriones esperando el justo anclaje para dar la estocada y matar la inocencia, por eso, cuánto no echo de menos andar vagando por la San Luis sin ningún motivo aparente, sólo por estar juntos, un ir y venir de manos sudadas y dedos amándose, entrelazándose, encontrándose de uñas, seremos elefantes azules derribando los escaparates de las tiendas, minando a los maniquíes de risas serias, a los tramos de las bebidas y los chocolates de frecuencias vertebradas, ondas imperceptibles, comunicándonos a cientos de kilómetros por las praderas de los lagos y las aves, danzando interminablemente por las aceras y las esquinas de la San Luis con la Del Sol. Esto último motiva mis ganas de marcharme a la nada, porque en la nada, nada existe y si existiera alguna cosa sería por esencia incierta, sin embargo puedo verme mover mis odios, el gran amor, a eso que está por encima de dios.


4

Cada persona en algún momento dado camina con su verdad de vida entre las cejas, es lo más próximo a la poesía; esta analogía convierte un cuarto de motel en un altar donde se adora la imperfección del universo, sí, porque ahí radica su perfección desarticulando los retratos y las pinturas en las paredes y el piso, algo muy desordenado en sí mismo, nada de manifiestos y oscurantismos peyorativos pretendiendo inundar los celos y las momias aborígenes. Doy un pedazo de cielo, doy cada gota en la vitalidad de mis no motivos, voy atrayéndome en los cirios y el incienso, promulgo con mis brazos extendidos a las olas y a las espumas la inclinación de mi voluntad por creer en los genitales de una mujer, perpetuación inmanente e incognoscible de mis oraciones, mis ofrendas y el velo. Los ritos vienen desde el yodo y el ácido sulfúrico para sanar heridas, composición química drogando mi pena, llevándola a mentir por mentir para llegar a la humedad de las arenas en la playa y las piedras en los riscos de las montañas, el instinto de vivir nos salva, nos hace seres completamente egoístas. Cuento los levantamientos, ese nocivo juego de ceremonias al quitarnos las ropas y desnudos nos sentimos cómplices y nos vemos ahí entonando los himnos para la ofrenda.


5

Cuando quise despertar del sueño soñé la vida despierto y mi retinas se sentían explotar en fuego pirotécnico con ese olor a pólvora y nitroglicerina. Agarré los cartuchos formando figuras y arquetipos iconoclastas rendidos en la redención oculta tras mis frecuentes acasos. El decurso formó el ruido, una música lenta y acompasada, temblaba por las desintegraciones de mis átomos en una probeta artificial y ni siquiera tuve el tiempo necesario de verte, sino pasabas a lo lejos en manchas supersónicas, esto da un sentido a la vista de desaparición intermitente, sólo segundos para poder apreciar el movimiento de tus labios, los ademanes de tus manos al hablarle a otro ser semejante a lo que sueño cuando quise despertar del sueño despierto. Y el temor deseoso dio a luz la intriga y dije como sin importarme los rasgos de ti las palabras no escuchadas de esta ruina desvelada, la monotonía de la ciudad nos daba el núcleo desatado para deshacer la introducción de mis carnes en tus carnes blandas, emoción, petrificación del tiempo infinito en dos parpadeos.


6

La obra de arte nos abre puertas y ventanas con la intención de conocer, y tengo el color duende atravesado al regresar de los ronroneos de Azul, quietud en mover el ladrido azul, insomnios de escaramuzas y olvido, anochecer de tormenta en la boca si el esquema noctambuliza cada gramo de baba o en las salivas hay otros cielos para cubrirnos el hueco de las retinas porque nos hemos quedado muy ciegos ante la luz de nuestra casa. No respondes, llamo a gritos de tecnología tu repuesta y los satélites se quedan con tu voz de circo. Filosofar la nada retorna a través de las pantallas de plasmas, filosofar el vacío devuelve la negritud del mar y las olas uniendo en círculo la sombra de nuestras inquietudes en cada escritura, en cada sonrisa tierna de un niño observando el movimiento de las moscas y las mariposas. Cierto día una mujer siente ganas de llorar, pero a pesar de ese deseo legítimo de los seres humanos se niega. Qué gran tormento destinó a esta persona a detener sus lloros. Son caprichos de sal, si nos damos cuenta, la mujer pensaría que no valía la pena derramar ni siquiera una lágrima por lo que le atormentaba. Esto es idéntico a lo que nos ocurre, no hay que buscar del otro lado de los edificios ni de las ventanas. Porque según Kundera, Nietzsche acercó la filosofía a la novela, pero no es tanto eso, sino que también acerco la poesía aun más de lo que estaba de la filosofía. Son espejos quebrándose a mitad en las vías, o en las despedidas a secas del amor.


7

El deseo de fumarme un cigarrillo trae un nuevo espacio de levantar y voy hacia un bar apretándome violento y en un par de remeneones estoy de gritos mordiendo paredes de museos y antigüedades. He pensado en la mujer más estúpida, vendrá a ponerse como un tomate (rastrilla el cuello y abre lo nuevo en espera de un milagro en los gemidos de cada venida, agonía dulce y nos descarrilamos perversos rompiendo, rompiéndonos a pedazos una y otra vez), hermosa, llena de fama caliente y dura como mármol verde llegará y mientras sentado espero su llegada hago un sondeo a su gran rabo que vuelve locos a los hombres. La canción era un aplauso apetecido entre los rostros, hablo de cuentos y notas, de nombres prácticamente novelescos, tan apasionados como los frascos repletos de fetos y corazones en el juego amanerado en la brisa partiendo genitales azules. Bebo árboles y pájaros roncos de un amanecer perplejo y llamo. Gina o Marguerite parecía canturrear la melodía en voz húmeda que golpeaba desgarradamente mi pecho sonriente y bienvenido.